8.32 Sacer

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Dogo abrió los ojos, era ese momento cuando se sentaba a reír o a lamentarse por la vida que había tenido y miraba el techo de su jardín reconociendo las figuras de animales que tanto le gustaban.

No en esa ocasión.

Lo que vio cuando abrió los ojos, fue el rostro de Videl, el mismo que miró en los espejos, solo que su cabello claro se había vuelto negro y la edad no correspondía con la que tuvo en el día de su muerte, ese era el rostro de – Sacer.

– Bienvenido, bello durmiente.

Se levantó de prisa, Sacer tenía una figura diferente, ropa oscura y una actitud demasiado extraña, ya no parecía una serpiente o una figura de fango, tenía un cuerpo.

– Descubrí los beneficios de tu pérdida de memoria, ¿quieres que te los diga?

En ese último mundo, Dogo lo reconoció como una parte de sí mismo y sin querer, le dio un cuerpo.

– ¿No lo adivinas?

Dogo apretó los dientes – te derroté una vez.

Sacer tenía una gran sonrisa en el rostro – eso fue hace mucho tiempo, ¿ya lo olvidaste? – el viento sopló detrás de su cuerpo con demasiada fuerza como para ser seguro, destruiría su pequeño jardín, Dogo salió de prisa atravesando un portal hacia el exterior de la habitación.

Afuera el cielo estaba completamente oscuro y el árbol cuyas ramas debían ser rojas estaba cubierto de fango – ¿qué fue lo que hiciste?

– Nunca, le des la espalda a tu enemigo – dijo Sacer y lo golpeó con fuerza.

Dogo giró de prisa usando sus antebrazos para detener el golpe.

– Todo este tiempo me has ignorado, ¡a mí! – gritó – todo lo que soy, es culpa tuya.

El árbol destilaba fango, la reina araña gritaba y él...

Esos recuerdos jamás volvieron.

Su encuentro en la cueva de la reina araña, su lucha por tomar el lugar y la posesión de Sacer – tomaste el cuerpo de la reina araña, pero ella te rechazó.

Sacer apretó los dientes – esa maldita, su cabeza era muy ruidosa, seguía recordando a un dios que acabó con su mundo, no podía quedarme en su cuerpo – alzó la voz y miró a Dogo con rabia como si fuera culpa suya que él hubiera fracasado.

Dogo mantuvo su distancia, su mano izquierda se cubrió con una corriente eléctrica.

– Muy tarde, me ignoraste por demasiado tiempo.

El suelo cubierto de fango se levantó y Dogo tuvo que abrir un portal hacia otro lugar, el primer piso de su edificio, ahí se abrió otro portal y Sacer lo siguió.

Desde el suelo del patio pasando por los pasillos y el área que rodeaba al árbol de la vida, todo estaba cubierto de fango, sí quería correr tenía que irse más lejos, hacia los campos de lirios que sembró cuando era Avis o donde dejó las plantas que usaba para Brisa de Mar.

El portal se abrió y Sacer lo golpeó empujándolo hasta que su espalda golpeó la pared exterior de su edificio.

Sacer comenzó a reírse – no pareces tan agresivo.

No era que no quisiera enfrentarlo, era que su vida había terminado.

Zeus le dijo que su siguiente mundo era un regalo, después de eso él iría a la estación y lo sacaría del ciclo de reencarnaciones de Liam, una vez que renaciera, él no estaría ahí.

Un nuevo portal se abrió, Dogo eligió el punto más apartado, un sitio que usaba cuando era Saki para sembrar plantas que usaba en el hogar temporal para niños, ese era un sitio abierto.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora