11.43 Intercepción (1)

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Su cabello era castaño claro, su estilo de ropa era un tanto juvenil y en el último mes tuvo un inesperado gusto por las chaquetas de cuero que vio en un video musical.

Se miró en el espejo por cerca de cinco minutos completos hasta que se quitó la chaqueta y volvió a sus camisas blancas - cómo si me fueran a dejar entrar al hospital vistiendo esto - se regañó a sí mismo y resopló peinando su cabello con las manos.

Estaba ansioso.

Ni siquiera cuando estuvo cuidando de Liam, bañándolo, alimentándolo y regañándolo se sintió tan nervioso - estaré bien.

Se escuchó un ruido detrás suyo y dio un brinco.

- Vine por una cerveza - anunció Max para explicar su presencia en la cocina.

- No puedes beber mientras cuidas de Ángel, ni siquiera deberías tener cervezas en el refrigerador.

- Ángel está arriba limpiando su habitación por tercera vez en la semana, cada que subo es un desastre, tiene el mismo sentido de limpieza que tú.

- Oye, mientras no esté en el suelo, está en su lugar.

Max asintió - claro - lo miró de arriba abajo - la abotonaste mal.

Dogo miró hacia abajo y descubrió que le sobraba un botón en la parte de arriba, comenzó a abotonarla de nuevo - todo estará bien, le diré que soy yo, se molestará un poco, pero lo superará y tal vez no recuerde que soy la causa de que lo atropellaran en primer lugar, tampoco hay forma de que piense que lo engañé todo el tiempo para que hiciera ese viaje y viviera todas esas dificultades y de ninguna manera pensará que pude detener sus sanciones o que me aproveché de él y tal vez odie a su hermano y me perdone por hacer que su empresa quebrara, seamos honestos su plan de negocios era pésimo.

- Papá.

- ¿Qué?

- Siéntate.

- Haré eso - tiró de una silla y se sentó - él me ama, tú estuviste ahí, lo viste, no fui algo conveniente o accesible y no me buscó por nostalgia - frotó la sortija en su dedo - él de verdad me ama.

Max sacó otra cerveza y la puso sobre la mesa.

- No puedo llegar al hospital con aliento alcohólico.

- Te daré una menta, la necesitas.

Nada le pasaría por beber una cerveza y tal vez calmaría sus nervios - si estuvieras en mi lugar, ¿qué harías?

Max se sentó en la silla de enfrente - darle tiempo, ha estado lejos de su familia y sus amigos por muchos años, deja que retome su vida y espera a que sea mayor de edad antes de confesarle quién eres.

- Él es bastante maduro, en términos de años vividos es mayor que tú, no creo que se vuelva infantil solo por volver a su cuerpo, hemos liberado a muchos viajeros y ninguno experimentó efectos secundarios, aparte de que quieren irse a vivir a mundos más avanzados, ¿te preocupa que haga algo peligroso?

- Más bien, el que me preocupa eres tú, me aterra tener que leer en el periódico que montaste a un niño de quince años en una cama de hospital.

- Tiene dieciséis y, ¿por qué clase de maniático sexual me tomas?, no iba a hacer eso.

Max lo miró fijamente.

- No de inmediato, iba a esperar a que pasará su rehabilitación.

- ¿Y mientras qué cosas ibas a hacerle?

- Mierda, me conoces bien - recargó la cabeza sobre la mesa.

- Viví con ustedes - terminó de beber su cerveza - vas tarde a tu turno.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora