8.27 Heredero (2)

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– Ugh, es muy amargo.

Selim miró a su sobrina y sintió un poco de pena por ella – tienes que beberlo.

Si querían que su preciada sobrina tuviera una larga vida, algunos sacrificios eran necesarios.

– No es amargo, mira – dijo Dogo y bebió su vaso de jugo, luego se lamió los labios – es muy nutritivo, aumentará tus defensas, protegerá tu sistema digestivo y te dará mucha fuerza, míranos a tu tío y a mí, nunca nos enfermamos y este es el secreto – mostró el jugo como si lo estuviera vendiendo en el mercado.

Canfeza levantó la vista hacia su tío, no era estúpida, sabía que era un útero ambulante para esos dos hombres y por la misma razón, sabía que no la matarían, por lo menos no antes de dar a luz a sus hijos, tomó el vaso de juego y lo bebió de un solo trago.

Dogo sonrió – sabe muy bien, ¿cierto?, cuando tu tío era niño lo bebía todo el tiempo, es su favorito.

Con el sabor amargo todavía en su boca Canfeza pensó que el amor no solo era ciego, carecía del sentido del gusto.

Con su sobrina a su lado, el asunto del heredero resuelto y la sede aceptando a Dogo, ya no había necesidad de un harem y tampoco de una mujer que cubriera las apariencias.

Ana sonrió al ver a Selim llegar a su habitación – sabía que un día llegaría este momento, también sabía que tus intenciones no serían las de dormir en mi cama.

– Te pagaré por tus servicios por estos años, podrás irte a vivir a donde quieras.

– Irme a vivir a donde quiera – se burló – nunca te importé, ¿no es cierto?, fuiste a una gran mansión y yo terminé en una casa donde me golpeaban porque tú pensaste que era una gran idea lanzar mierda de perro al rostro de un noble – se levantó – vivías esa gran vida y jamás pensaste en mí.

– Lo hice, le pedí a Videl que te rescatara, pero no pudieron hacerlo.

Ana comenzó a burlarse – y tú le creíste, ¿te demostró de alguna forma que hizo algo para ayudarme?, o solo te dio su palabra.

– No discutiré contigo, no tenías que venir tras de mí.

– Nunca preguntaste qué pasó con mi hijo.

Cuando se encontraron después de un largo tiempo, de hecho, hubo un niño, Selim ahora lo recordaba – incrementaré la cantidad que pensaba darte para que puedas criarlo.

– Está muerto, cuando la ciudad ardió me lo arrebataron por su color y lo mataron delante de mí, lanzaron su cuerpo a la calle.

– Lo lamento.

– ¿Qué es lo que lamentas?, solo te interesa tu vida, nunca te has preocupado por otros, cuidas que la mierda de la calle no se pegue a tus zapatos mientras caminas hacia tu final feliz – sonrió – siento lastima por Dogo, en su inocencia piensa que tiene un tesoro, cuando solo eres una basura.

Selim ya no deseaba escuchar más – tu vida no es mi responsabilidad – agregó y salió de la habitación.

... ... ...

En los años siguientes Canfeza bebió el preparado una vez al mes y tuvo que admitir que tenía algún efecto extraño, su cuerpo antes delicado se volvió más resistente, casi nunca se enfermaba sin importar si se mojaba bajo la lluvia o se quedaba estudiando hasta tarde y su vista era más clara.

Su educación corrió a cargo de los consejeros, pero una vez a la semana hablaba con Selim sobre lo aprendido y recitaba pasajes políticos para él, también repetía que su posición como princesa y madre del futuro rey la dejaba expuesta y que muchos hombres la elegirían como amante por el simple hecho de obtener el poder que conllevaba.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora