9.28 Amarillo (2)

171 48 7
                                    

La situación era mala para cualquier trabajador que tomba la iniciativa de golpear a un compañero de trabajo en el primer día y Liam no quería que tuvieran una estancia conflictiva.

El doctor Green se levantó con sangre en la nariz – eres de los militares, ¿no?, quiero que vaya a prisión – señaló a Dogo.

Liam apretó los dientes – hablaré con él.

– No quiero que hables, lo quiero fuera, el general sabrá sobre esto, ese bastardo no puede quedarse.

– Vuelve a gritar eso y voy a perforar tu trasero – gritó Dogo y Liam lo empujó.

– Maldito psicópata.

– Basta – gritó Liam usando la longitud de sus brazos para separarlos – doctor, vuelva a su laboratorio, yo me encargaré de él – tiró del brazo de Dogo y miró la mancha de sangre sobre sus labios, resopló – no te pido que seas un ejemplo de caballero, pero por lo menos tienes que comportarte, porque no importa a dónde vayamos, siempre tendrás que tratar con otras personas.

Dogo miró hacia el médico que se marchaba y luego hacia Liam – sí ya terminaste tu turno, lárgate – dio la vuelta ignorándolo y volvió al laboratorio.

Liam no recordaba que tratar con Dogo fuera tan difícil, hizo un puño con la mano derecha y regresó sobre sus pasos, al ingresar al laboratorio notó que había varias puertas bloqueadas y una sala común donde alcanzó a ver la forma en que Dogo miró al doctor Green, Liam lo siguió y le sujetó el hombro.

– ¿Qué quieres?

– Lo lamento.

Dogo sonrió de forma burlona – ¿y qué es exactamente lo que lamentas?

– No escucharte, sí me dices el problema será más fácil ayudarte, y sí lo que quieres es que dejemos este lugar, estamos a tiempo.

Dogo desvió la mirada y resopló antes de responderle – hay tres vacunas experimentales, tienen pizarras y las identificaron por colores, Magenta, Cian y Blanco, la blanca es la más nueva, todavía está en desarrollo, la Cian es la más avanzada y está la fase de pruebas con animales, pero ese hombre, desarrollador de la Magenta, apresuró las pruebas en humanos, sacaron dos cadáveres hoy y él exigió más voluntarios, va a matar a más personas y no le interesa, ese es mi maldito problema y no necesito tu ayuda – se liberó de su agarre antes de dar la vuelta y regresar con su herramienta de trabajo.

Un trapeador.

Liam se lamentó y miró hacia el médico golpeado, todos los asistentes a su alrededor se apresuraban a llevarle gasas y alcohol para sanar los golpes y lanzaban miradas acusadoras a Dogo.

Después de su primer día de trabajo Dogo regresó al departamento y encontró a Ángel dormido sobre el sillón, abrió el refrigerador y se quedó en la puerta mirando sin encontrar algo que le gustara, sacó de su espacio una paleta y la chupó.

Le quedaban tres en toda la bolsa.

Se sentó en el sillón libre y levantó las piernas, Liam llegó media hora después.

Dogo le lanzó una mirada fría – llegas tarde, muero de hambre, ve a la cocina y prepara algo – siguió chupando su paleta.

Liam se quitó la chamarra y la camisa dejando su torso al descubierto – ¿cuántas dosis tienes?

– Unas veinticinco, ¿por qué? – levantó la mirada y miró el brazo extendido de Liam – ¿qué?

– Seré tu primer sujeto de experimentación.

– Ese soy yo y el segundo está ahí – señaló a Ángel – serás el tercero.

– Bien, seré tu tercer sujeto de experimentación.

No soy un virus, soy un acosador (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora