𝐭𝟏│ ˚ : · Vivir con memorias negativas para todo el mundo resulta un martirio, una tortura que en algún momento... podrá detenerse. Sin embargo, cuando estás condenado a vivir por siempre con ellas, con agonías y catástrofes que te sobrepasan en...
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El frío me tenía rodeada, agarrotada y apretadita como si fuese una especie de oso de felpa. No importaba, a final de cuentas, yo sabía que le estaba agarrando de igual forma, bien apretada a su anatomía como si se me fuese la vida en ello.
—Despierta, hay que ir a la escuela —susurró en mi oído con delicadeza, el cántico de su voz y su marcado acento haciendo que sonriera aún adormilada.
—No, quiero quedarme aquí —ronroneé apretándome más a su figura masculina que se acoplaba de maravilla con la mía. Soltó una risita plantando un corto beso en mi cabello, acurrucándose conmigo— ¿qué hora es?
—Cerca de las siete de la mañana. Tu padre vendrá a levantarte si no lo haces —añadió, apretándome más. Me reí, algo enternecida con su dulce gesto.
—Ay, no quiero levantarme —me quejé tal cual una niña, haciendo un diminuto puchero.
Al final, Jasper terminó consiguiendo que me alzara ya que comenzó a buscar mi boca. Sabía lo mucho que me avergonzaba que hiciera eso justo al despertar por el mal aliento, así que solía usarlo de arma para que corriera al baño a cepillar mis dientes.
Se divertía cuando hacía eso, pero más me divertía yo porque me dejaba llevar, porque le consumía con premura, le besaba con devoción y disfrutaba del toque de las caricias de sus labios contra los míos.
Entonces, sus manos se aventuraron a deslizarse por mi cuello, bajando hasta mi pecho.
Jadeé sobre su boca cuando sentí como desabotonó la camisa de mi pijama azul celeste con nubecitas. Deliré y dejé que los escalofríos me recorrieran cuando siguió deshaciéndose de cada botón, descubriendo poco a poco mi pecho y clavículas, con una lentitud tortuosa que me hizo gruñir impaciente.
Me sostuvo firme por la nuca y la espalda antes de besarme con premura y ansías. Enredé mis dedos en su cabellera rubia, tirando de ella con cuidado, sintiendo como me recostaba de nuevo en el colchón para quedar suspendido sobre mí, cuidadoso de no hacerme daño, sin dejar de consumirme y de vivirme con anhelo.
Sus labios me recorrieron en toqueces sedosos y húmedos, bajó por mi mandíbula, robando mis suspiros y mis pensamientos más impuros. Sus manos se escurrieron por debajo de mi camisa para apretarse firmes en mi cintura, yo removiéndome inquieta y desesperada por alcanzar y tocar tanto como él.
Sentí como un diminuto gemido se escapó de mi garganta al sentir el roce duro de su entrepierna contra mi muslo. No sabía bien que hacer, como detenerme, de pronto asustada por que Bella o papá nos escucharan o por dejar algún indicio de lo ocurrido entre nosotros.
