the 1 (Jasper Hale)

C h a p t e r 8

⋆⋅⋅⋅⊱∘────── [ இ ] ──────∘⊰⋅⋅⋅⋆

Estaba nerviosa.

Jugueteé con mis dedos golpeteándolos entre sí, hasta que escuché la voz de papá alterado pidiendo ver a mi hermana.

Estaba aterrado, su rostro lo reflejaba tanto que casi me tiro a llorar por él. Me ponía en su lugar; lograba sentir una inmensa empatía porque yo también había creído lo peor pero gracias al cielo todo había salido bien.

-¡Papá! -Llamé corriendo a él, en tanto una de las enfermeras buscaba la información de Bella aun cuando sabían bien todo el embrollo.

Él extendió su brazo y me invitó a arroparme en su pecho, cosa que hice. Me estrechó con fuerza entre sus brazos, aliviado, pero con el pulso saltándole violento dentro de su cuerpo.

-¿Te pasó algo? ¿Estuviste cerca del accidente? ¿Te duele algo? -Interrogó. Apostaba a que habían sido las frases más largas que le había escuchado formular en cuestión de poco tiempo en toda mi estadía, cosa que delataba cuan angustiado se encontraba.

-Yo estoy bien. Apenas salía de la escuela cuando sucedió -informé.

-¿Y Bella? ¿Qué sabes de ella? -Cuestionó, aun asustado. Sabía que no importaba si yo le decía que ella estaba bien, él no se iba a relajar hasta verlo por sí mismo.

-No le pasó nada, está sana y salva -afirmé.

Me tuve que quedar en el pasillo porque no me dejaban pasar. Papá se marchó veloz tras darme un rápido último abrazo, buscando la sala en la que Ty y Bel eran atendidos.

Suspiré con pesadez, recargándome en el mesón. Me había llevado el susto de mi vida, sí, pero ¿por qué rayos de la nada estuve tan tranquila? ¡Era tan anormal que me hacía sentir una insensible!

Después me quedé como piedra al ver al caballero a mi lado. Pidió informes sobre su paciente, haciéndolo reír encantador cuando mencionaron que era nada más y nada menos que a la hija del jefe de la estación.

Me observó un momento, sus preciosos orbes ambarinos detallándome con increíble amabilidad.

-Ella es January Swan, doctor Cullen. Una de las hijas del señor Charlie -presentó una de las mujeres, su sonrisa soñadora delatando lo boba que el hombre la ponía.

Bueno, ¡mírenlo!, lucía como un angelito con su cabellera dorada y su sonrisa de ensueño. ¿Por qué todos los Cullen tenían que ser tan arrolladoramente perfectos?

-Un placer, señorita Swan -saludó con cortesía.

-Solo January, doctor. El gusto es mío -alcancé a decir, aun abrumada y preguntándome si acaso me podrían pasar su rutina de belleza si se las pedía.

-Bien, January -canturreó, su voz melódica haciendo que mi nombre sonase bonito- iré a ver a tu hermana. Hasta luego.

-Me la saluda, por favor -pedí.