C h a p t e r 1 5

8.1K 688 106
                                    

⋆⋅⋅⋅⊱∘────── [ இ ] ──────∘⊰⋅⋅⋅⋆

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

⋆⋅⋅⋅⊱∘────── [ இ ] ──────∘⊰⋅⋅⋅⋆

Llegué a casa con una sonrisa de boba enamorada, aturdida con lo que sentía y con lo que me abrumaba en cuestión de una sola noche. Pasar el rato con Jasper era agradable, increíblemente deleitante a pesar de que había lapsos de tiempo en los que no entendía su comportamiento, pero cuando se quitaba esa coraza, con facilidad creábamos una sinergía maravillosa.

Ingresar a las cuatro paredes que construían mi hogar, agotada y con cansancio hasta cada fibra de mi cabello, no me hizo darme cuenta a primera instancia del silencio profundo que embargaba la construcción, tampoco de la sepulcral oscuridad en la que estaba sumida la casa.

—¿Bella? ¿Papá? —Llamé, y es que ni siquiera escuchaba ruido alguno desde el piso superior.

Avancé por la oscuridad hasta encontrarme con la figura encorbada de mi padre en el sofá de la estancia. No se movió a pesar de haber escuchado mis pasos; parecía aletargado, perdido en algo que hubiese encontrado en la penumbra de la sala.

Cuando estuve a su lado fue que me miró. Apenas pude atisbar un pequeño toquecito de sufrimiento en sus orbes marrones, porque lo oscuro de mi alrededor no me dejaba vislumbrarlo con claridad, mas eso me bastó para entender el sufrimiento que llevaba por dentro.

No sabía si abrazarlo o no, así que me senté a su lado y tomé su mano. Me recosté sobre su brazo, consiguiendo que de inmediato mi padre reclinase su cabeza en mi hombro, tranquilo, velando por un terrible dolor que le carcomía pero que manejaba en silencio.

Nos quedamos por un rato allí acomodados hasta que escuchamos ruido proviniendo del piso de arriba. Solo podía suponer que se trataba de Bella.

—Gracias, Jan. De verdad, gracias —susurró, su voz baja y suave, llena de honestidad.

No tenía idea de qué tan grave era el dolor que en ese momento atormentaba a su corazón, así que lograr captar ese acongojo, esa sinceridad en su agradecimiento por mi apoyo, solo apretujó mi pecho con tristeza.

—Toma —me dijo, pasándome un frasquito que a primera instancia no distinguí—. Úsalo por favor. Llévalo siempre contigo.

Asentí, antes de darle un rápido abrazo para proseguir con subir las escaleras.

Arrojé mi mochila a mi cama, decaída y sin energías por ver a papá en aquel estado, y casi me derrumbo emocionalmente al ver que lo que me había dado era gas pimienta.

¿Qué había pasado?

Unos golpecitos a mi puerta me distrajeron. Mi hermana me miró con inquietud desde el marco de la puerta, y juraba, que por primera vez en mi vida la estaba viendo temblar.

Le seguí por el corto pasillo hasta su alcoba, que estaba iluminado por las tenues luces de la guía navideña con la que había ornamentado su cuarto y la que desprendía el computador encendido en una extraña página a la que a penas alcancé a ver lo que decía.

the 1 (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora