C h a p t e r 4 5

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—¡Por lo menos llama a papá! ¡Dile lo que harás! —Chillé a Bella, viéndola empacar con velocidad varias de sus pertenencias. No podía ayudarla, porque no sabía si lo que planeaba hacer estaba bien o no.

Ella evitaría que Edward cometiera aquel acto demencial y prometió que una vez le asegurara que no fue su culpa "haberse matado" —ya que Rosalie le contó sobre la venida de Alice hacia acá en primer lugar antes de que cambiara—, lo dejaría finalmente ir.

Aseguró que sería su despedida, que ya no habría vuelta atrás después de eso.

Claro que eso no ocurrió. Por lo menos hizo el intento.

—No, si lo hago, querrá evitar que me vaya —masculló, lo cual tenía sentido, pero me negaba a tener que ser yo la que le dijese de algo así encontrándose en un momento de vulnerabilidad—. Le dejaré una nota, Jan. Tú no tienes nada que decirle si no quieres —afirmó.

Me le quedé mirando, dudosa. No podía creerle, además, de alguna o de otra manera tendría que enfrentarme a nuestro padre y no podía hacer algo como eso.

Se apresuró a bajar las escaleras, dando uno que otro tumbo. Me quedé admirando a Alice que esperaba a un lado de la puerta, hasta que sintió mi mirada sobre ella y se giró a mirarme. Sus orbes dorados me detallan con tristeza, con compasión. No sabía si me tenía lastima, pero de verdad no quería que tuviera eso para mí.

Al cabo de un rato, ella se fue junto con Bella y los gritos de Jacob tras ellas. Antes de que viniese tras de mí e intentase gritarme cerré la puerta delantera y trasera. Solo esperaba a que no se metiera por alguna ventana.

Por suerte no lo hizo.

Las paredes de la casa me parecieron gigantescas, que en cualquier momento caerían sobre mí. Tuve que rodearme con los brazos, dándome un abrazo para tratar de tranquilizarne y hallar un poquito de confort.

Todo en este día fue mucho. La simple idea de casi morir me puso de nervios. Tuve que correr escaleras arriba para darme una ducha y cambiarme la ropa que Jake me prestó.

Me sentía mal por él. En un tris tras Bella había cortado de tajo todo, sin embargo, también supuse que él debía entender. No podía obligarla a nada a final de cuentas. Era su vida y su decisión, aunque fuese impulsivo el viajar hasta Italia de la noche a la mañana.

Papá llegó por la madrugada, triste. El acongojo se notaba en cada una de las líneas de expresión de su rostro. Me halló hecha bolita en uno de los sofás, cubierta por mi grueso edredón rosado antes de que corriera a abrazarlo.

Para él fue extraño, pero me rodeó entre sus armas, aliviado y agradecido. La energía de dolor que desprendía me embaucó; había perdido apenas hace unos meses a su mejor amigo Waylon y ahora, a su gran compañero Harry. El solo imaginarme lo difícil que era aquello —añadiendo que pronto notaría la ausencia de Bella— me apretujo el corazón.

the 1 (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora