𝐭𝟏│ ˚ : · Vivir con memorias negativas para todo el mundo resulta un martirio, una tortura que en algún momento... podrá detenerse. Sin embargo, cuando estás condenado a vivir por siempre con ellas, con agonías y catástrofes que te sobrepasan en...
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Estábamos metidos en un montón de árboles frondosos que rodeaban una muy pequeña cabaña, casi una choza. El lugar estaba acondicionado para que el calor nos resguardara y la comodidad fuese excesiva.
En el interior, todo estaba tan bien acomodado que lucía espacioso. Había un inmenso baño donde una tina se veía tentadora y tras haberla probado con algunas sales que seguro Alice preparó, podía afirmar que era espectacular.
A la izquierda había un pequeño bar con un montón de suministros, tantos que seguro podría quedarme aquí por un mes y aún sobraría.
Y en el centro, una inmensa cama con dosel aguardaba con edredón blanco, cosa que me generaba gracia porque la única que dormiría sería yo.
Todo me pareció encantador, pero bien pude haber dormido en una tienda de acampar.
Además, todo estaba decorado con montones de flores de algodón y rosas, tan bien diseñado que una combinación así lucía asombrosa y bellamente perfecto.
Jasper y yo buscamos qué hacer de cenar. Él tenía poca experiencia y yo era un desastre en la cocina, así que apenas y pudimos preparar unos macarrones con queso sin incendiar el lugar. Fue divertido y me terminé atiborrando de comida.
Leímos por un largo rato, absortos en mundos diferentes al nuestro, donde problemas ajenos nos entretuvieron y nos hicieron reír en ocasiones. También le conté sobre los planes que tenía para mi siguiente obra, en el que bromeé que un atractivo vampiro rubio miel sería la pareja de mi protagonista.
-Me encantaría conocer a quién la inspiró para ese personaje, señorita -jugueteó, por plantando cortos besos en mi mejilla. Me aparté entre risas y le sostuve la cara, buscando sus orbes de oro brillante con anhelo.
Nos hallabámos en la cama. Según iría ya a dormir pero había conseguido distraerlo, así que llevábamos rato conversando y bromeando. Nos venía bien después de toda la tensión que nos acomplejó el último mes. Era como si no hubiésemos tenido ningún descanso y hasta ahora podíamos disfrutar sin preocupación alguna.
-Déjeme decirle caballero, que usted conoce muy bien a quien me inspiró -farfullé, divertida. Se echó a reír, jovial, recibiéndome gustoso por la cintura cuando me acerqué más a él- tal vez le puedas decir de mi parte lo agradecida que estoy por sus aportes.
-Deberías decírselo tú misma, January -propuso. Sus labios se escurrieron como el aleteo de mariposas por mi yugular, consiguiendo que me riese ante el cosquilleo.
-Suena a una gran idea, oh sí -afirmé. Mis manos juguetearon con sus hebras mieles, mientras el frío de su contacto seguía produciendo ricas sensaciones en mi anatomía- pero me daría algo de vergüenza que supiera lo que siento -mascullé.
