C h a p t e r 2 8

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Terminé de ajustarme los tirantes del vestido que usaría esa noche. Era negro, de tirantes, así me habían pedido que fuese, aunque no entendía por qué. El diseño era vaporoso, así que permitía completa libertad aun cuando la tela era un suave satén. Se ajustaba en la cintura, proporcionando la vista de cada una de mis curvas cosa que me agradaba, con una falda que llegaba hasta la mitad de mis muslos. Gracias al cielo no me estaba congelando.

La casa de la familia Cullen tenía calefacción, la cual anexaron tras las recurrentes visitas que solíamos hacer Bella o yo. Alice nos solía traer seguido y para mí era increíble compartir tiempo con ella, que siempre revoloteaba por todos lados y me contaba el montón de cosas que había visto en el pasado.

De hecho, convivir con la familia era de las cosas más geniales que me pudo haber pasado en mi estadía en Forks. Siempre solían ser ocurrentes e interesantes, con muchísimas cosas para contar.

No me podía ni imaginar el sinfín de historias y vivencias que pudieron haber hecho. Parecía una lista interminable.

Lo que sí me daba mucha tristeza, aunque para ellos fuera asunto del pasado y algo que ahora ya no les afectaba, era su vida como humanos. Podía recordar como Esme me platicó con total tranquilidad su vida mientras horneábamos un pastel de fresas; mi corazón estaba roto, porque ella era un amor de persona y la mala fortuna le persiguió con creces.

Así mismo, aunque tenía buena relación con la mayoría de los Cullen, aún existían discrepancias con Rosalie Hale. Casi siempre que estaba cerca o pasaba por su lado solía gruñirme, sin intenciones de no ser escuchada. Dejó en claro en más de una ocasión cuanto detestaba la presencia de Bella por no mencionar la mía, la cual le resultaba tan intolerante que sus comentarios mordaces poco a poco dejaban de afectarme ante lo frecuentes que eran.

Entendía sus razones, de verdad lo hacía, pero comenzaba a cansarme de sus actitudes.

Después, incluso llegué a extrañarlos; hasta pienso, que pudieron haberme ayudado.

Jasper ingresó silencioso a la alcoba. Estaba algo afectado porque le costaba mantener la calma cuando Edward, Bella y yo nos encontrábamos en la misma habitación. Aunque me había comentado que le gustaba la sensación de felicidad que ellos emanaban y que se multiplicaba con creces cuando yo andaba cerca, decía que también la sed incrementaba.

Confiaba en él. Siempre lo hice y lo haría sin importar nada.

Le sonreí a través del espejo, entusiasmada. Se acercó con cautela a mi figura, generando las mismas preciosas sensaciones recorriéndome de pies a cabeza. No podía superarlo; lo mucho que él me hacía sentir con su mera presencia, con su mero toque que en ese momento se plantó con suavidad en mis brazos.

the 1 (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora