C h a p t e r 3 9

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Estar yendo a la reservación se había vuelto una rutina diaria en la cual hacíamos un viaje de unos minutos hasta la casa de los Black. Mi hermana y yo fingíamos que ayudábamos a Jacob a reparar las motocicletas que ella había conseguido, ellos se divertían y yo prefería mantenerme apartada, riéndome de sus chistes de forma ajena.

Janette recomendó que intentara acercarme más pero me resultaba difícil, igual que relacionarme con Embry o Quil quienes solían acompañarnos en ocasiones.

Los había escuchado tacharme de rara y callada a lo que Bella siempre me defendía. Se había inventado un sinfín de excusas cosa que agradecía infinitamente.

Para Jake parecía encantarle que les diera ese espacio. No sabía si sentirme ofendida por eso, pero lo dejé ser.

Aproveché para poder tomar un poco de inspiración. Solía salir del cobertizo que el chico usaba como taller y daba una vuelta por el inmenso patio del hogar Black, disfrutando del sonido de la naturaleza. Incluso dudaba que algo realmente peligroso anduviese por allí por la inmensa calma que me transmitía.

Era reconfortante. Después de tantos meses de agitación, esa tranquilidad que me brindaba sanamente ese territorio era todo lo que yo necesitaba.

Finalmente el día había llegado. Después de unas cuántas semanas, las motocicletas estaban listas para estrenarse. Me sentía nerviosa, algo asustada ante el hecho de que pudiese ocurrir algo malo. Recordaba que Angel me había platicado sobre un chico que estando en una se había fracturado el brazo y que ella cuando era niña se había caído de una y por eso tenía una inmensa cicatriz a la mitad del muslo derecho.

La portaba con orgullo y a mí me gustaba acariciarla.

Había días como ese en que pensaba en ella. Seguía siendo un enigma para mí. Aún tenía miles de dudas entorno a su persona y por mucho tiempo creí que no podría responderlas.

Jacob y Bella se llevaban bien. Hablaban en voz baja para no perturbarme. Los ruidos fuertes me ponían ansiosa. En realidad, muchas cosas lo hacían.

Hablaban sobre las motos y actividades o algo así mientras nos dirigíamos a una zona segura para conducir las máquinas. Yo ni loca intentaría hacerlo. No iba prestando atención, mi mente divagaba en ese instante en el proceso de inscripción de la universidad de Chicago y en la ficha que debía conseguir.

—Ese es ¿Sam Uley? —Curioseó Bells cuando en la carretera se dejó ver uno de los altos y peligrosos riscos de la reserva. El aludido jugaba rudo con unos muchachos, todos vestidos en pantaloncillos gastados.

—¡Qué rayos! —Exclamé al ver como empujaban a uno de los chicos desde allí hacia el inmenso mar que aguardaba abajo.

Tan solo imaginar lo profundo que estaba me aterraba. Muchas cosas me daban miedo, pero no tanto como eso. El temor por las profundidades del océano o cualquier cuerpo de agua lo llevaba desde que era niña; además, aún con todas las clases que había tomado jamás aprendí a nadar.

the 1 (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora