C h a p t e r 3 1

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Me levanté con el pie izquierdo ese fin de semana, literalmente.

El frío se escurrió por mi planta descalza, enviando un escalofrío que me subió desde la pierna hasta la espalda de forma arrolladora. Suspiré, deslizando mis manos por mis clavículas hasta mi cuello para poder quitarme el cabello que se me pegaba a la piel por la ligera capa de sudor parecida al rocío que llevaba encima.

El escalofrío me lo generaba yo sola. Sabía que mi cuerpo reaccionaba así cuando tocaban mis pies tibios el piso congelado de mi alcoba. Era lo más cerca que podía estar de generarme yo misma lo que él me producía.

Lo extrañaba, me hacía falta a veces. Estaba acostumbrada a su compañía o a simplemente no tenerla, pero sabiendo que sin importar nada en algún momento volvería a verlo. Ahora no tenía certeza para ello y seguramente jamás ocurriría. Jasper solo existía entre mis recuerdos y solo allí.

Coloqué a un volumen moderado el primer álbum de Taylor Swift y me deleité con Tim McGraw. Sí, yo era una masoquista de primera, pero me hacía pensar, que de alguna manera el iba a recordarme, quizá pensaría en mí cada vez que escuchara a la cantante rubia en la radio; quizá me podría imaginar en los libros que leímos juntos, en el mundo de maravillas en donde los conejos blancos iban tarde y las reinas de corazones cortaban cabezas; quizá me escucharía en el soplo del aire cortando por la ventana al conducir; quizá podría pensarme cada vez que montara su motocicleta en la que nunca me llevó aunque prometió hacerlo.

Existían demasiados quizá... y ninguno podía afirmarlo con claridad.

Esa noche saldría con los chicos de nuevo. Al bajar a la cocina, arrastrando los pies con mis pantuflas puestas, pensé en que mentira le diría a papá para que no notara lo demacrada y cansada que estaba.

Ya comenzaba a notar mi problema. Cada día que regresaba de casa de Jess, volvía con un humor y una energía negativa pesada que decía que era similar a la de una de las lluvias de Forks. Su comparación no la entendía, así que no le llevaba la contraria más que para decir que yo me hallaba de maravilla, cuando en realidad no era así.

Ni me preguntes porqué. Solo se dio. Los problemas que tenía con la bebida se fueron acrecentando en un parpadeo. Mis primeros tragos los di con miedo, insegura porque Phil y mamá habían dicho que de hacerlo mi corazón explotaría. Aún así, ante la insistencia, me dije que lo podría manejar y que una sola vez no mataba a nadie.

No me mató, pero casi lo hace.

Poco a poco me acostumbré y fui cambiando mis tragos a otros más fuertes. Fue rápido a causa de que salía cada fin de semana, experimentar era "agradable"; cuando iba a casa de Jessica o de Mike a hacer tarea junto al resto de los demás chicos, solíamos robar una botella de vodka que bebíamos al elaborar nuestras labores. La "diversión" siempre estaba presente.

the 1 (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora