the 1 (Jasper Hale)

C h a p t e r 5 8

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—A los cinco años, nos preguntaron que queríamos hacer al crecer... —dijo Jessica con una radiante sonrisa desde el podio en donde se dirigía la ceremonia de graduación. Me acomodé una vez más el birrete, causando una suave risita en Jasper que me vio luchar con eso desde que me lo coloqué— respondíamos cosas como astronauta, presidente... o en mi caso una princesa —farfulló, causando las risas del público.

»A los diez años preguntaron otra vez; respondíamos roquero o vaquero —continuó. Me fue imposible no dirigirle una juguetona mirada a Jazz que sonrió divertido. Su agarre sobre mis hombros me hacía estar cerquita de él, lo que me gustaba—; o en mi caso ganadora de un medalla de oro —siguió, generando de nuevo risas.

Jazz fue dulce y me quitó el birrete para acomodarlo de la forma correcta, plantó difícilmente un beso en mi mejilla y me pidió estar quieta, con una sonrisilla melosa que me hizo sonrojar.

—Pero ahora hemos crecido, quieren una respuesta seria. Bueno, ¿qué tal está? ¿Quién diablos sabe? —Pronunció.

Los chillidos y vitoreos recorrieron todo el inmenso lugar. Miré a Eric y a Mike que fueron de los que más gritaron y a una apenada Angela que se reía de las últimas bromas de preparatoria de nuestros amigos.

—Este no es el momento de tomar decisiones duras sino el de cometer errores —vociferó, su tono amable y seguro, así como la expresión entusiasta de su rostro—. Tomar el tren equivocado y perderte en algún lado. Enamorarnos... mucho —dijo.

Enarqué una ceja con una sonrisilla llena de complicidad a Jazz, que me apretó más a él con afecto, con un gesto similar. Me hizo reír y sentirme feliz, haciendo que un revoloteo de emoción creciera por todo mi estómago gracias a la inmensa cantidad de emociones que ese día me brindaba.

—Estudiar filosofía con lo que no se puede tener una carrera. Cambiar de idea y cambiar otra vez porque nada es permanente, cometamos todos los errores posibles. Así cuando nos pregunten qué queremos ser, no tendremos que adivinar... lo sabremos.

Tuve que apartarme para que ambos pudiéramos aplaudir. La gente gritó y silbó en pro de su discurso, dándole un vitoreo bien merecido al icónico y motivacional momento de Jess. Fue asombroso y sabía, que hice bien al cederle el honor.

La entrega de los certificados comenzó y yo estaba nerviosa por tropezar con los tacones que me había puesto. Quería dejar que Jasper me ayudara a relajarme pero no lo hice para vivir la experiencia completa, así que traté de calmarme a mí misma y avancé animosa cuando escuché mi nombre.

Lo recibí con una inmensa sonrisa, viendo a papá a lo lejos aplaudir con orgullo, al igual que a Jazz, a Esme y a Carlisle. Si mi sonrisa se podía hacer más grande, estoy segura que lo hizo, porque la dicha me colmó en mi corazón, una emoción tan vibrante y armoniosa que cantó en cada una de mis fibras.