C h a p t e r 7 9

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Jacob llegó junto a Carlisle al estudio. Me quedé cruzada de brazos, angustiada, con cientos de ideas que venían a mi mente al considerar que estábamos en problemas.

Deslicé la bolsa de sangre por la mesa, la cual utilizaríamos ya. Black lo tomó de mala gana y la admiró, entendiendo mi gesto de angustia.

—¿Es todo lo que queda?

—Bella podría dar a luz mañana. Si va a sobrevivir necesitará más sangre —masculló el rubio junto a Esme. Miré a Jake, que llevaba el ceño arrugado, como si de esa forma pudiese ocultar su preocupación.

—Y debes alimentarte. Debes estar fuerte para ella. Iremos esta noche —aseguró su esposa con firmeza, su voz tranquila cantando para mis oídos.

—Yo puedo donar algo de sangre, la suficiente para que Bella tenga un repuesto —farfullé con seguridad, a pesar de que la idea de sacarme del espeso líquido rojo de mi cuerpo me diese escalofríos.

—No creo que sea buena idea, Jan —opinó Esme y yo sabía bien por qué lo decía.

—Sé que será difícil pero no dejaré que mi hermana muera si puedo hacer algo —alegué decisiva. Se dieron una miradita de reojo y al final se resignaron, asintiendo con pesadez.

—De acuerdo. Apenas terminemos iré a preparar todo —informó el mayor. Yo asentí, nerviosa, esperando a que todo saliera bien.

—Sam no dudará. Los matará a todos —añadió Jacob con dureza después, con su tono más duro de lo que esperábamos, sin embargo, ninguno de los dos perdió su serenidad. En verdad alababa su capacidad para siempre estar tranquilos.

—Emmett vendrá con nosotros —agregó la castaña, como si fuese la solución.

—No es suficiente.

—No hay alternativa —pronunció Carlisle, tomando la mano de su esposa. Miré disimuladamente la forma en que sus dedos se enredaron, brindándose apoyo de manera silenciosa— podemos hacer algo para salvarla y lo haremos.

—¿Arriesgarían la vida por ella? —Interrogó con incredulidad.

Yo sonreí, agradecida. Aún seguía sin poder creerme el hecho de que nos recibieran tan cálida y abiertamente en sus vidas, que nos quisieran como lo hacían incluso cuando eso significara arriesgarlo todo.

—Por supuesto que sí —respondió de inmediato y casi ofendida la señora Cullen— Bella y January son parte de la familia.

Quise tirarme a sus brazos y estrecharla con fuerza. Ella me dio tanto apoyo y cariño que en serio, me brindaba el amor maternal y la paz mental que yo tanto ansiaba.

—Sí, me doy cuenta —susurró, mirándome.

No supe a qué se refería, menos porque su timbre delataba algo parecido a la tristeza y a la vergüenza. Solo le sostuve la mirada, dudosa, sin saber bien qué pensar al respecto de eso.

the 1 (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora