the 1 (Jasper Hale)

C h a p t e r 1 0

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Cuando llegamos a la escuela, ya tarde como para continuar con las clases, se nos permitió volver a casa. Miré a Bella, y la encontré haciendo lo mismo solo que en mi dirección. No me dijo nada, ni yo a ella, solo caminamos silenciosas y tensas hasta el pickup.

Había estado sopesando las cosas en el autobús ya que Angela charlaba sin parar con Jessica y Eric estaba entretenido jugueteando con Mike y Tyler, además, no me venía mal pensar en una solución para todo aquello.

Inquieta mordisqueé las uñas de mis dedos, a pesar de que ya no había nada más que masticar. Estaba nerviosa y sabía que debía cuidarme las manos, pero no podía evitarlo cuando el nerviosismo me ganaba la pelea en mi autocontrol.

Escuché que resopló incómoda a mi lado antes de aparcar a un lado de la carretera. Arrugué el entrecejo, dudosa, viendo como poco a poco nos deteníamos y su cuerpo comenzaba a encorbarse, parecido a que tenía que llevar un gran peso sobre sus hombros.

—¿Bella? —Murmuré.

—Entiendo que no me creas, lo entiendo. De verdad que sí, pero jamás te lo habría dicho de no ser cierto —dijo, su voz pesada y suplicante. Su mirada parecía estar reflejando el desespero y la ansiedad que aquello le generaba—. No quiero saber qué ocurre sola —añadió, sus orbes marrones mirándome sin intervenciones—; si está por encima de mí, no quiero enfrentarlo sola —suplicó.

—Te creo, Bella. Yo te creo —afirmé, sin dudar y sin nada de por medio. Me miró sin entendimiento, incluso parecía que se estaba diciendo que era real para podérselo creer y aquello me hizo sonreír.

Bella no solía decir mentiras, y lo que había dicho era de gravedad. Además, su estado aunque la hacía lucir como una demente, era precisamente por eso, porque estaba luchando por comprender la razón para que Edward Cullen pudiese detener un vehículo solo con su mano.

—Gracias, January —susurró, aliviada.

—Pero, —le interrumpí antes de que festejase— tienes que prometerme, que si todo esto es muchísimo más grande que nosotras... vas a dejarlo y a detenerte, ¿de acuerdo? —condicioné, alzando mi meñique.

Ella se le quedó mirando con los labios entreabiertos. Dudó, cosa que me inquietó, dudó mucho... y eso no me permitiría creer al cien por ciento en ella al final aunque prometiera respetar mis palabras por esos segundos de inseguridad.

Al final se mordió el labio y asintió, enredando su dedo con el mío.

Mas no le creía del todo que lo fuese a dejar así como así.

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—¡La Push, nenas! —Exclamó animoso Eric en tanto yo me acomodaba en un asiento junto a Angela. Todos parecían extasiados por lo que sea que aquello fuera— ¿quieren ir?