the 1 (Jasper Hale)

C h a p t e r 5 7

⋆⋅⋅⋅⊱∘────── [ இ ] ──────∘⊰⋅⋅⋅⋆

Unos días después por la tarde, estaba en casa de los Cullen con un enorme bol de palomitas sobre mis piernas, las cuales descansaban de igual forma sobre las de Jasper.

Cada tanto, Emmett se acercaba a hacernos burla o parecido, pero Jazz no hacía caso y me mantenía cercana a él, incluso cuando yo aseguraba que podía darle más espacio.

Llevábamos rato viendo uno de mis filmes favoritos. Me tenía agarrada por los hombros, envolviéndome con ternura. Plantaba cortos y cariñosos besos en mi cabeza cada tanto, asegurándose de que estuviera despierta y por supuesto que lo estaba. Disfrutar de la historia de Shrek y Fiona me encantaba, además, la épica escena en donde el ogro transformado en príncipe corre por todo el castillo para encontrar a su princesa a mitad del baile me tenía emocionada aunque ya la hubiese visto mucho.

—¡Bebió la pócima, bésala ya! —Exclamó el Hada Madrina. Me tomó desprevenida que Jasper se inclinara y me besara, divertido. Ambos nos reímos, escuchando la tensión de fondo, pero disfrutando de nuestro beso compartido que duró poco.

Young-Do y Emmett se encontraban a unos metros de nosotros, haciendo burlonas expresiones de besos que hicieron que terminara sonrojándome.

Entonces un par de tacones resonaron contra el suelo con firmeza, veloces, casi imperceptibles. Todos nos giramos a Eun-Hye que tomó el control remoto y quitó el filme con rapidez.

Estuve a punto de reprochar hasta que comencé a escuchar la noticia sobre los casos de Seattle, las desapariciones y los extraños asesinatos. Me quité de mi posición y con seriedad vi el noticiero que grabaron para después mostrarle a Carlisle.

El mayor del clan llegó al poco rato y admiró todo con detenimiento. Incluso yo me sentía tensa, angustiada, demasiado aterrada ante la monumental cantidad de muertes que estaban ocurriendo.

Edward y Bella llegaron al cabo de un rato mientras veíamos de nuevo el noticiero. Jasper le estaba dando vueltas y vueltas. Estudió cada palabra dicha y compartió alguno que otro comentario con los inmortales, ya que él seguía analizándolo todo.

—Está empeorando, tenemos que hacer algo —pronunció Carlisle, poniéndole fin a la repetitiva voz de la reportera.

—Se necesita más de uno de nosotros para causar el daño que reportan —finalmente declaró, con seriedad. Sus orbes dorados destellaban con la brillante luz que ingresaba por el muro de cristal—, muchos más.

Bueno, si quería asustarme, lo consiguió.

—Y son indisciplinados, descarados —declaró, severo.

—Son neófitos —afirmó mi cuñado. Sí, en ese instante, apenas entendí lo mal que estaba la situación, me quise derrumbar.

—¿Qué? ¿Vampiros nuevos? —Cuestionó mi hermana a lo que yo asentí, relamiéndome los labios con angustia. Metí mi mano por el brazo de Jasper hasta encontrar la suya; sus dedos se enredaron con los míos y acarició con sutileza mi dorso, tratando de darme confort.