C h a p t e r 7 1

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Bella era una novia preciosa. Avanzó aferrada con miedo al brazo de papá, con la mirada de vez en cuando alzándose; conociéndola, probablemente se estaría preguntando porque había tanta gente allí, si acaso lograría llegar de pie hasta el final.

Por supuesto que lo hizo.

Edward sonrió enormemente cuando la vio, llenándome de dicha por ver su expresión de felicidad. Papá besó la mejilla de mi hermana y cedió su mano al cobrizo antes de acomodarse junto a mí.

La ceremonia comenzó. Fue un largo rato de melancolía y muchos decretos que me marearon por un rato. Se llevó a cabo una serie de rituales matrimoniales tradicionales y cuando creí que ya no podría más con los nervios, llegó la hora de los votos.

La forma en que se miraron, en que cada palabra salió con una inmensa intensidad, en que sus manos se sostuvieron en ese instante, en una armonía y sintonía magestuosa que volvió todo un ambiente mágico y romántico, que puso a todos en el lugar en una nube de algodón de azúcar que me hizo llorar de dicha, embelesada.

Entonces su beso cargado en una sublime energía y anhelo me hizo reír dichosa y aplaudir efusiva junto a papá, que volteó el rostro para que no se notase su llanto.

Yo estaba hecha un mar de lágrimas, conmovida y emocionada por mi hermana, por mi cuñado, por toda la alegría que todo el mundo allí estaba sintiendo.

Me sentía contenta, por supuesto que sí, pero no pude gozar con plenitud de ello a causa de mis propios acongojos, de mis preocupaciones. Aún así aplaudí y en mi mente, imploré dicha y bendiciones para la pareja de recién casados.

Entonces cuando se separaron, todos nos pusimos de pie y los gritos efusivos y festivos siguieron, en un cantico que inundó mis tímpanos.

Sonreí, viendo que mi hermana me miró con una espléndida sonrisa en su rostro, una que jamás le había visto antes, tan radiante. Era incluso hasta extraño.

Pasado un rato, nos condujeron al lugar donde se llevaría a cabo la recepción; sería en un campo que prepararon los Cullen, tan bien ornamentado y detallado en cada uno de sus arreglos que era casi ir a algún lugar celestial.

Me robé uno que otro postrecillo de las charolas de los meseros que atendían a unos animados invitados. Estuve cerca de Angela con quien conversé efusiva, aún ignorando el hecho de que me tensara tener cierta mirada dorada encima de mí.

Me asustaba la idea de enfrentarlo así que traté de charlar siempre con mucha gente. Saludé a Billy Black que iba junto a Sue Clearwater y su hijo Seth. Leah no quiso venir por motivos personales, lo cual me pareció una lastima sin embargo, ¿qué se le podía hacer?

—La comida es genial, desearía poder comer tanto como tú —farfullé al cachorro, que se rio jovial mientras se llevaba un bocadillo a la boca.

the 1 (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora