the 1 (Jasper Hale)

C h a p t e r 4 2

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Yo siempre me consideré una Swan.

Quizá en mi sangre no corría el linaje, no venía de Charlie y René. No, no tenía ningún parentesco sanguíneo, pero fui recibida con brazos abiertos, me tuvieron bajo su cobijo y su protección durante años y me quisieron como su propia hija, al grado en que cuando tuvieron que separarse por la decisión de partida de mamá, ninguno de los dos quería perderme.

Realmente la historia no era larga. Distaba mucho de ello. Solo conocía el principio, mis padres biológicos eran compañeros de escuela de Charlie. Nacieron, crecieron y se enamoraron en Forks.

De allí, no sé mucho más. Ninguno de mis actuales padres me dijo demasiado. Solo sabía que quienes me trajeron aquí, al mundo, habían muerto.

Para mí, mi familia siempre sería con los Swan, con Phil. Yo pertenecía con ellos y era un honor que me recibieran con tanto cariño.

Por supuesto, yo era una bebé cuando ocurrió y jamás estuve enterada de nada. No fue hasta que escuchamos a una amiga de mamá comentarlo que Bells y yo supimos que no había ese lazo entre las dos, a pesar de que no sabíamos bien lo que significaba. Entre nosotras, siempre habíamos sido hermanas. Fue cuando al fin conocimos el significado de adopción y que algo nos separaba.

La primera y última vez —hasta esa noche— que me había gritado que era adoptada, fue cuando en un arranque de berrinche por un helado al tener ocho años terminó soltándolo en el auto, generando mi llanto y un enojo inmenso en mamá.

La regañó y le prohibió volver a mencionarlo. Yo era January Sunday Swan, no January Sunday Wilson y debía respetarse como la familia que éramos.

No lloré, no merecía Bella que hiciera eso. Regresé a casa con impotencia, sintiéndome algo tonta y vacía. Claro que lo que sí hice fue hacerme cuestiones, si de verdad me seguían considerando parte de su cuadro familiar René o Charlie. Tal parecía que mi hermana no tanto, ¿ellos igual?

Me sentí un estorbo, una escoria que solo molestaba allí. Tal vez por eso me pasó todo lo anterior, todo el sufrimiento de los últimos meses. Quizá fue mi karma por darle preocupaciones a personas ajenas a mí, puede que era la manera que el universo tenía para que pagara los días de enfermedad y tristeza con los que atormenté a quienes yo consideraba mis verdaderos padres.

Por un momento pensé, que me lo merecía y que Bella tenía razón. ¿Que jurisdicción podía yo tener? Solo era una extraña fingiendo pertenecer. Todo este tiempo había sido así y el teatro me lo seguían. Había sido un engaño, una farsa.

Llegué a casa, sintiéndome extraña e incluso el ambiente de las paredes me acobijó con una sensación rara. Un cosquilleo hizo que mi piel se erizara y que los nervios me recorrieran.

El frío gélido de la casa me embaucó y las fotografías que decoraban las paredes me llenaron de duda. ¿Qué tanta verdad habría en las palabras de Bella, en las de mis padres? ¿Acaso era verdad?