C h a p t e r 6 7

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Ocultarme jamás fue lo mío.

No era escurridiza, no sabía mentir del todo bien a ciertas personas y por sobretodas las cosas, era muy, pero muy complicado intentar esconderse de un vampiro.

Quedarme encerrada en casa fue un desafío, porque quería ir a casa de Angela para disfrutar del verano antes de que ambas nos despidiéramos por la universidad. Quería recorrer Forks y aspirar de su perfume a bosque y vegetación, llenarme de aire limpio y gozar de sus débiles rayos de sol antes de irme a Chicago.

Pero no podía.

Me fingí enferma cada que Jasper venía a buscarme a casa y traté de estar siempre acompañada por papá o Bella, quienes no entendían en lo absoluto el por qué de mi comportamiento, mas no cuestionaron mucho al respecto, menos cuando ella andaba un poquito ansiosa por una cosilla que le diría a nuestros padres.

Se iba a casar.

Casi me agarro a gritar como demente cuando me lo dijo, sorprendida por la noticia, asustada por la rapidez con la que la celebrarían, feliz porque mi hermana se casaría y molesta por la precipitada decisión.

No podía quejarme ni renegar nada en lo absoluto. Lo único que hice, fue desearle lo mejor, esperar a que ese casamiento funcionase y que jamás se arrepintiera de lo que ella estaba ahora eligiendo. Era su vida y no podía meter mano en ella, solo le aconsejé con calma y paciencia, que hiciera lo que creyera correcto y en su muy loca mente, casarse con Edward Cullen lo era.

Esa mañana me levanté con calma. Bella no estaba en casa y seguro papá ya se había ido a pescar. Me di un buen baño en la tina, con música clásica y un ambiente de lo más bonito para relajarme, mas no podía hacerlo del todo cada vez que miraba a mis clavículas, donde encima descansaba el precioso collar de colibrí que me había obsequiado Jasper.

Me eché a llorar, cuestionando mis decisiones y lo que aquello significaría. No me creía capaz de soportarlo, de aguantar, de ser lo suficientemente fuerte para poder entregar mi corazón y vida a catástrofes que traería la inmortalidad.

Y es que para siempre no parecía ser suficiente, pero ese para siempre, no era lastimosamente para mí.

Aceptarlo fue un golpe que derrotó mis defensas. Doblegarme al hecho de que jamás estaría destinada a que el camino de Jasper estuviera unido al mío, me destrozó el corazón y cualquier rastro de esperanza.

Yo no podría sobrevivir a la ponzoña. Tan solo recordar cómo estuve a punto de morir no en una sola ocasión, sino dos —la vez que caí al agua desde el barranco y con la tortura de Jane—, me hacía ver, que estaba loca por creer que conseguiría pasar por encima del veneno de vampiro.

No podía ni dejarme guiar ya por la visión de Alice. Si ella no podía ver ya mi futuro, ¿qué me hacía creer que era porque lo tenía?

Al entrar a mi alcoba, me quedé quieta en el marco de mi puerta viéndolo admirar el muro que pintamos el año pasado. Lo había decorado con Polaroids que coloqué en orden simétrico, dándole un aspecto minimalista y arriba de ellas, colgaban algunas de mis medallas por los certámenes de cálculo que había ganado.

the 1 (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora