the 1 (Jasper Hale)

C h a p t e r 2 9

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Jugueteé con la comida en mi plato, sin apetito alguno. Escuchaba también a Angela, que cotorreaba sobre una nota que la traía emocionada sobre algo extraño que recorría los bosques de Forks; decía que solo vio como se movió, tan veloz y enorme que parecía ser un oso a suelta.

No me sorprendía, con tanta vegetación era de verse. Lo que me extrañaba era la cercanía con el pueblo; papá decía que los animales no solían acercarse demasiado incluso aunque a veces pareciera que nadie habitaba aquí.

—Jan —me dijo de pronto, interrumpiendo su narración. Arrugué el entrecejo, dudosa, porque ella estaba en verdad emocionada— ¿quieres hablar? Estos días has andado muy distraída —observó, cosa que me hizo sonreír.

Sí, lo andaba, demasiado. Solo estaba preocupada por Jasper y su familia, quienes no habían aparecido después de la fiesta de cumpleaños de mi hermana. Ella también andaba muy mal, con la diferencia de que no lo intentaba disimular para nada.

Nadie se atrevía a preguntarle, mas que nada porque se sabía bien que Bella nunca contaba nada de los Cullen y era tangente con eso. Yo era similar, nunca dije nada ni hablé sobre ellos con nadie, así que no terminaba de entender por qué la gente casi siempre se me acercaba a preguntarme a pesar de que no obtendrían respuesta.

Observé a Jessica por el rabillo del ojo, que fingía conversar con Mike y Tyler sobre la clase de gimnasia ya que estaba bastante atenta a nosotras de pronto.

—Estoy bien —mentí con una sonrisa calmada— solo que no tengo hambre.

—Con hambre o no, deberías comer algo —dijo— además, apenas diste un bocado y ya tienes salsa en el suéter —añadió.

Al fijarme, era cierto. Tenía una mancha de salsa gravy en mi ropa, cosa que me hizo reír y hasta extrañarlo más. Yo era un desastre para comer, cosa que me daba vergüenza, aunque él dijese que le generaba ternura. Solía limpiarme y cuidarme como a una niña cuando comía, con gestos tan adorables que a veces solía hacerlo a propósito.

Dios, rogaba a que estuviera bien.

La chica me ayudó con la mancha en tanto Bella se unía a nuestra mesa. Noté que como siempre se fijaba a la mesa donde regularmente los Cullen se sentaban, a veces con nosotras, a veces ajenos, pero se asomaba constamente durante estos días solo para asegurarse si estaban allí o no, aunque era nula su presencia.

Me dolía verla de esa forma, tan desesperada por verlos. Incluso me había dicho que quería ver a Rosalie si de esa manera sabía que estaban bien.

Compartía sus sentimientos, pero trataba de decirme a mí misma, que no había nada por lo cual angustiarse.

Por la tarde al regresar de la escuela, llevaba unos caramelos agridulces en las manos, tratando de mantener mi mente ocupada. Paramore resonaba en un volumen bajo, aunque creo que ninguna de las dos estaba prestando demasiada atención, porque naufragábamos en aguas turbulentas en medio de nuestros pensamientos, aguas que se agitaron aún más al ver a Edward Cullen aguardando en el jardín.