C h a p t e r 7 6

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Los días corrían y los nervios aumentaban.

Había momentos en que sentía que la barriga de Bella explotaría. En otros ratos, me daba pavor y me daban ganas de llorar al verla tan mal, con su piel lamida y pegada a los huesos, los surcos morados y profundos que pintaban las cuencas de sus ojos y la forma enfermiza en que su tez relucía, si es que se le podía llamar de esa forma.

Papá y mamá me habían estado llamando, preguntando como iban las cosas con mi vida en Chicago. Me dolía mentir, pero tenía la necesidad de hacerlo, no encontraba otro forma para poder hacer que estuvieran tranquilos después de que ambos supieran que Bella tuvo que ir a un hospital especial a causa de una "infección" que pescó durante la luna de miel.

Había estado ayudando a Esme con los alimentos que hacía para los chicos de la nueva manada que nos apoyaban. Me habían obligado a salir al patio siempre acompañada, por si acaso. No querían arriesgarse a que intentaran atacarme los Quileute de Sam o parecido a pesar de que era humana.

También las llamadas de Erik y Lisa eran constantes. Habían hablado con Bella en varias ocasiones, solo para asegurarse de que siguiera viva ya que hasta ellos creían que su voz sonaba considerablemente cansada.

Me había tocado ver en la lejanía a los Quileute vigilándonos, detallando cada uno de nuestros movimientos, cosa que me perturbaba porque la construcción era en su mayoría de cristal.

Solía descansar por pequeños lapsos de tiempo porque aunque no entendía mucho, estuve estudiando muchísimo sobre las leyendas que los vampiros y las tribus mundiales poseían sobre los niños inmortales. Era incómodo y me generaba algo de miedo el considerar de lo que era capaz un bebé y el peligro que mi hermana tendría.

En una ocasión me rompí en llanto, triste por la idea de que ella moriría. En ese instante desapareció todo rastro de optimismo y creí que ese sería el final para ella y eso me aterraba.

Jasper intentó relajarme con su don, pero alcé la mano y le detuve, enfadada porque odiaba que interrumpiera mis sentires. Eun-Hye me cuidó junto a Young-Do, que era el que más preocupado estaba. Sus ojos lo reflejaban. Junto a su hermana era el más, más nuevo en la vida vegetariana, mucho más que Jazz y yo sabía que eso lo tenía con la angustia a tope.

Por la mañana, el agotamiento me tenía muy mal. Mis músculos iban tensos, mis ojos cansados, llevaba el pelo como un estropajo y mis piernas no me ayudaban a sostenerme.

—¡Este lugar está refeo, January! —Chilló Erik apenas contesté a su llamado, pocos instantes después de levantarme de la cama.

—¿A qué lugar te refieres? —Indagué, tirando un largo bostezo.

—¡No le hagas caso! Es un lugar muy bello —afirmó Lisa, confundiéndome— el señorito citadino solo está de dramático como siempre —comentó.

the 1 (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora