C h a p t e r 5 3

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El sol se sintió de forma magnífica en contacto contra mi piel. Era agradable, sublime. Hacía muchísimo tiempo que la calidez de los rayos solares no acariciaban mi tez, así como el clima cálido y tibio.

Odiaba el sudor, pero en ese momento la brisa fresca era tal y yo solo disfrutaba, que mi piel estaba gozando como nunca.

Me había resultado algo incómodo usar una blusa de finos tirantes, sin embargo me encontraba con mamá y Bella, así que tenía la libertad suficiente para poder vestirme dejando que mi epidermis descansara.

Iba a extrañar esto. De hecho ya lo hacía. Forks era maravilloso, pero para una persona que había crecido gran parte de su vida en un lugar lleno de luminosidad, calor y demás, me resultó complicado adaptarme a ello.

Me metí en silencio a la casa de enormes ventanales para buscar un refresco de cereza en la nevera. Edward me miró con curiosidad. Desde que habíamos llegado se quedó embalsamado en proteger a Bella, mirándola en la distancia, con una intensidad que mamá mencionó era algo abrumadora; quiso ser discreta, así que pobre de ella porque él podía escuchar absolutamente todo.

—Aún puedo escuchar tus pensamientos —advirtió.

«Idiota» pensé. El cobrizo dibujó una sonrisa en sus labios. Últimamente lo veía más pálido de lo que ya.

—Deberías salir a tomar un poco de sol, te hace falta —mascullé, mal intencionada. Asintió con esa sonrisilla torcida suya, demostrando cuanto le generaba gracia y le molestaba mi compañía.

—Ya pedí disculpas, January.

—No, un lo siento no arregla nada, Edward Cullen —declaré con firmeza. Tomé un vaso de cristal desde la alacena y la llené de mi bebida— se necesitan acciones, pruebas. Y hasta el momento, no me has dado razones para confiar en ti —continué.

—Sabes porqué nos encontramos aquí...

—Exacto —interrumpí— sé bien eso. ¿Ella lo sabe? —Inquirí, y él se quedó en silencio— no soy la persona correcta para decir lo que está bien o lo que está mal, pero te aseguro que la forma en que controlas lo que hace o decides por ella no es correcto —dije. Para ese punto, ya había dejado de usar mi tono enfadado e incluso me senté en la silla frente a él—. No fue necesario que Bella me lo dijese... vi que le impediste ver a Jacob.

Estuve leyendo por la ventana esa noche y vi solo como una figura se pasó con velocidad por delante de la casa y además se había metido en la pickup después de ella. Ese día papá la convenció de ir a ver al muchacho, quien estaba desaparecido según lo que alcancé a enterarme.

—Es su amigo.

—Sigue siendo peligroso —alegó con rencor, sus puños apretados sobre la mesa. Me relamí los labios y suspiré con pesadez, incómoda por su comportamiento.

the 1 (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora