La madre de Jimin decide reiniciar su vida luego de que su expareja se casara nuevamente y formara su propia familia. Conoce a un alfa que promete ser lo que ella siempre quiso, con otro hijo incluido y un cambio de ciudad.
Ella espera que ese cambi...
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Jimin estaba sentado sobre el regazo de su novio a horcajadas, en el auto de este. Ambos habían decidido ir a pasar el rato a algún lado, y la mejor opción fue comprar un par de golosinas, e ir a ver el atardecer en uno de esos lugares de la carretera que quedaban en alto y se podía ver el firmamento y las luces de Seoul en todo su esplendor.
Aunque ver el atardecer, era lo que menos habían hecho.
Habían pasado todo el rato besándose, dándose mimos y conversando de diferentes temas.
Como en ese momento, que el omega acariciaba los cabellos del castaño con suavidad, mientras este se dedicaba a besarle y mordisquearle el cuello, al tiempo que acariciaba la cintura, caderas y su redondito trasero, sacándole suaves suspiros satisfechos.
— ¿Sabes, hyung? — habló suave el omega — Sulli me dió de "alta". — su tono era felíz aunque un poco inseguro — No sé si así se dice, pero bueno. — rió.
Yoongi dió un último y corto beso justo sobre el pulso del menor, para luego verlo a los ojos.
— ¿En serio? — preguntó igual de felíz — Bebé, ¡eso es genial! — felicitó — Estoy orgulloso de tí.
Besó con suavidad la pequeña nariz del rubio, para luego quedarse acariciando su rostro. Ambos se veían con total admiración.
— Gracias, Yoonie~ — susurró el menor — Aunque extrañaré ir a verla, ella me dijo que siempre nos mantendríamos en contacto. — sonrió.
— Me imagino que para tí debe de ser como una amiga. — comentó — Realmente me alegro mucho muchísimo que hayas podido... Dejar de todo lo malo atrás. Eres alguien digno de admirar, mi vida.
Yoongi vió como los ojitos del menor se iluminaban de forma soñadora al tiempo que una enorme sonrisa se posaba en su lindo rostro.
— Es la... Es la primera vez que me dices así. — susurró Jimin, ocultándose en el cuello del pálido.
El alfa sonrió comprendiendo y le acarició la espalda con suavidad, para tratar de calmarlo.
— Es que eso eres, Jiminnie. — susurró para conservar el ambiente tan cálido y sobrio que se había creado — Eres mi vida, eres mi todo... Creo que nunca había sentido las cosas que tú me haces sentir. Y aunque me costó un poco darme cuenta de ello, agradezco enormemente el día en que la Luna cruzó nuestros caminos.
El omega tenía una sonrisa mitad puchero en sus labios, y sus ojitos se veían llorosos.
— Yoonie~ — se quejó — ¡Ya me hiciste llorar!
Ambos rieron con suavidad por las palabras del menor.
— Tranquilo, bebé. — murmuró el alfa, acariciando la pequeña cintura — ¿Tienes frío? — preguntó confundido.
El rubio negó con su cabeza.
— ¿Entonces por qué llevas aún el suéter? — volvió a preguntar, ahora con un poco de diversión.