SECRETOS

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Jimin se despertó de forma lenta y perezosa, tratando de asimilar en dónde estaba y qué horas eran. Por suerte para él, su celular estaba junto a su nueva cama, en su nuevo escritorio... De la nueva casa. Vió el aparato dándose cuenta de que ya eran pasadas las once de la mañana y de que estaban a veinticinco grados. Se sentó sintiéndo su cuerpo doler; sobre todo sus piernas y muñecas. No estaba seguro de porqué, –exceptuando sus muñecas– pero ya era tan común para él sentirse adolorido, que ni siquiera le prestó atención.

Se levantó y salió de su habitación, buscando a alguien que le dijera qué debía de hacer; ya que todo parecía muy limpio y ordenado, suponía que no debía limpiar, y no sabía si alguién más se iba a ofrecer cocinar la comida de ese día, ó si él iba a ser el encargado de hacerla.
Bajó al primer piso, aún sin tener señales de nadie, hasta que llegó a la sala y vió a su futuro hermanastro sentado en el sofá de la sala, viendo televisión y comiendo lo que parecía un desayuno americano.

Se acercó a él, y se sentó a su lado, apoyando su cabeza en el hombro de este, y cerrando sus ojos nuevamente luchando por no quedarse dormido.

En ningún momento el alfa dijo nada; le parecía muy tierna la forma en que actuaba el pequeño omega adormitado, y en como su carita estaba hinchada por recién despertar.

— Cielos, y creía que yo dormía bastante. — señaló con una risita el pelinegro.

— Silencio. — dijo de forma suave el rubio — No hables tan fuerte ó me dolerá la cabeza.

Yoongi se sintió un poco confundido por el comentario, pero no pensó demasiado en ello, y luego de un par de minutos en silencio, volvió a hablar pero de forma más suave.

— Papá dejó hecho el desayuno, se fueron juntos a trabajar. — explicó — No se fueron hace mucho, realmente. Al parecer papá ya había sido transferido a Seoul y tu mamá ya había encontrado un nuevo empleo.

— Vaya. — suspiró — Si que son buenos ocultando cosas.

— ¿Vas a desayunar ya? Papá dijo que podíamos pedir algo a domicilio para el almuerzo, entonces no sé si quieras esperar un par de horas más, para comer de una sola vez. — sugirió.

Jimin se separó del hombro del más alto, y se estiró otra vez, bostezando en el proceso.

— Comeré ya. Quiero probar cómo cocina tu padre. — respondió haciéndo ademán de ponerse de pie.

Sin embargo, no pudo hacerlo, ya que la mano del alfa se posó en su hombro deteniéndolo.

— Iré yo a calentarla y te la traigo. — dijo de forma simple el pelinegro, al tiempo que se ponía de pie, y salía en dirección a la cocina.

El rubio se quedó un poco aturdido, pero no dijo nada. Era algo nuevo que hicieran las cosas por él, y no él las hiciera para alguien más; ya que en su antiguo hogar, siempre era él el que ordenaba, limpiaba, lavaba, cocinaba, y todo lo que era de la casa realmente. A veces se olvidaba de hacer una pequeña cosa, como lavar el baño, ó limpiar las ventanas, y su madre le gritaba como si hubiera asesinado un indefenso gatito. Así que por ello, había cogido la manía de hacer él las cosas todo el tiempo, antes de que alguien más tuviera que hacerlas; tanto en su casa, como en el colegio, ó en algún otro lugar al que fuera. Incluso en casa de Rosé, cuando iba a comer donde ella, recogía los platos y cubiertos, y los lavaba, ignorando las negativas de su mejor amiga, ó las de la madre de esta.

Estaba tan ensimismado en sus recuerdos y pensamientos, que cuando el alfa llegó con una bandeja donde traía la comida, no pudo evitar pegar un brinquito asustado; haciéndo reír al alfa, y sintiéndo ruborizar sus mejillas y orejas.

STEPSIBLINGS; HermanastrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora