La madre de Jimin decide reiniciar su vida luego de que su expareja se casara nuevamente y formara su propia familia. Conoce a un alfa que promete ser lo que ella siempre quiso, con otro hijo incluido y un cambio de ciudad.
Ella espera que ese cambi...
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La cena había ido bastante bien para ambos, habían conversado, y disfrutado de la comida. Jimin con aegyo convenció a Yoongi que le dejara pagar parte de la cena, y de paso le dió un beso en la mejilla. Ahora estaban en el auto del mayor, de camino a su hogar, mientras Jimin veía por la ventana, oían música, y Yoongi acariciaba de vez en cuando la pierna del menor, haciéndolo sonrojar.
— ¿A qué horas dijo papá que debíamos regresar? — preguntó con suavidad.
— Uhm... Antes de las diez. — respondió de igual forma el alfa — ¿Por qué? ¿Quieres que vayamos a algún lado?
— No, no. — bostezó — Sólo curiosidad... O bueno... No, ahora no.
Yoongi se detuvo en un semáforo en rojo, y vió al menor entre confundido y divertido.
— ¿Qué fue eso, Minnie? — preguntó.
El omega rió.
— Lo siento. Es que si quería enseñarte algo, pero ya faltan veinte minutos para las diez. — explicó — Tal vez otro día. — volvió a bostezar.
La curiosidad llenó el sistema del alfa.
— ¿Qué me querías enseñar? — preguntó volviendo a acariciar con suavidad la pierna del menor.
Ya habían llegado frente a su hogar, y el alfa se había estacionado, pero ninguno parecía querer bajarse del automóvil.
— Uh... Bueno, es que... — rió — Hace un par de meses compré un departamento y lo decoré yo solito... Y quería mostrartelo, pues. Pues, porque no se lo he mostrado a nadie más. — sonrió — Igual te lo puedo mostrar otro día.
Yoongi asintió entendiendo.
— ¿Por qué te compraste un departamento? — preguntó interesado — ¿Ya no quieres vivir con mamá y papá?
El omega negó con su cabeza.
— No lo sé, realmente. Sólo creí que era buena idea tener, ya sabes, un lugar propio y privado, por si en algún me momento quisiese estar solo.
El castaño se acercó al rostro del contrario, y lo besó con suavidad antes de responder.
— Si quieres podemos ir a verlo mañana en cuanto salga de clases, ó el domingo. — ofreció.
El menor asintió con un sonido de garganta, y acortó nuevamente la distancia, para volver a besar los labios del alfa. Se besaron por varios minutos, antes de lograr separarse del todo.
— Creo que debemos de entrar a la casa. — susurró el rubio — Ya son las diez.
— Tienes razón... ¿Quieres dormir conmigo? — preguntó con una sonrisa, que provocó ternura en el menor.
— Creí que ya era un hecho establecido. — rió con suavidad.
Ambos se bajaron del auto, entre bromas y sonrisas, para luego adentrarse a su hogar, en donde sus padres los esperaban en la sala. Jimin corrió hacia ellos, sentándose en el medio de ambos, y abrazando a su madre con cariño.