Capítulo 50 (A quien le quiero dedicar la eternidad)

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Bruno caminaba de un lado a otro cabizbajo, moviendo sus manos con frenesí

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Bruno caminaba de un lado a otro cabizbajo, moviendo sus manos con frenesí. Los nervios lo estaban matando vivo. Me quedé observándolo con la ceja alzada.

—Cálmate, hombre —me acerqué hacia él, poniéndome en frente—. Todo está bien, no tienes que preocuparte.

—Ya casi empieza la boda y no ha llegado, ¿cómo mierda quieres que me calme?

Respiré hondo y ubiqué una mano en su hombro como soporte, obligándole a mirarme con enfoque.

—Te doy mi palabra de que ella vendrá, todo sigue bien. Las mujeres siempre se tardan, tú más que nadie lo sabes —me reí. Lila siempre se tardaba horas no más en maquillarse, no podía sorprenderle—. Estás dejando que los nervios te consuman, no dejes que te dañen el día.

Lo moví levemente, sacándolo de aquella burbuja llena de incomodidad e inseguridad.

Bruno vestía completamente de negro, parecía un chico estricto, demasiado para ser real. La mayoría que estaba en aquel espacio quizás le conocieran bien, otros, fueron invitados por cortesía, ¿estaba demás decir que Abril fue invitada?

Se acercó hacia nosotros con una sonrisa cálida y me tensé ligeramente. No quería discusiones y menos un día como ese.

Actué como si nada pasara, como si su sola presencia no me alterara a estas alturas de una manera horrible.

—Ya viene de camino —le informó para calmarlo.

Vestía un hermoso conjunto de color azul marino. Sus pestañas parecían más largas de lo usual, resaltaban tanto como aquel pintalabio que le quedaba tan bien...

Suspiré para mis adentros al recordar cuanto había apreciado tiempo atrás su físico. Todo le quedaba bien, demasiado bien. Sentía yo mismo las miradas de los hombros en su cuerpo, pero no me generó celos, no me generó nada más que un sentimiento de protección, por extraño que se escuchara. Aún sentía que debía protegerla, como un último gesto hacia ella, hacia lo que pasó. Lo cierto era que, fuimos un desastre en nuestra nueva versión, pero en la pasada, fuimos una relación ejemplar y puedo pensar cuál fue el detonante para su cambio, pero no pensé de más, no por ella, ya no.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó rápidamente.

Ella se incomodó ligeramente.

—Vicky me llamó, intuyendo que estarías así.

Bruno se quedó mirándola con una expresión ilegible.

Ese tema le seguía carcomiendo en la cabeza, el hecho de que se casaría con Lila y no estaría al tanto de lo que había pasado entre Vicky y Bruno. Lo pude entender, tenía miedo de su reacción, de perderla. Lila no profundizaba mucho las cosas, para ella todo eran extremos, era sí o no, era blanco o negro, no había tonos grises.

Gracias a Dios alguien había madurado más y se podía sentir en pequeñas acciones, Venus resultó crecer en poco tiempo y eso, aunque ella no lo supiera, me llenaba de orgullo. Estaba siguiendo su vida, y aunque no fuera conmigo por el momento, podría aceptar que su felicidad no dependiera de nadie más que de ella.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora