Esteban había llegado hacia mí, preocupado y analizando las heridas que tenía a la vista.
Me había bajado cargada como una pareja recién casada, para llevarnos hacia la sala de estar donde todos esperaban. Había cogido el celular de Aiden que lo había dejado en la mesita, y decidí llevárselo al bajar.
Me sorprendí de ver a Nicolas ahí todavía. Su cara de fastidio era tan obvia. Él estaba recostado de la pared, con un aire aburrido e iracundo, como si hubiera sido obligado. Luego estaba Aiden recostado de la pared contraria.
Sentía esa energía negativa de tan solo entrar.
Todo estuvo prácticamente normal hasta que me fijé en Thiago sentado, apretándose un costado. Su rostro seguía pidiendo auxilio, con tantos golpes. Me detuve a mirarlo más de la cuenta, pero él giró la cabeza con fastidio, como si no pudiera verme siquiera.
Aiden no dijo nada, pero miró a Esteban con la ceja alzada, y luego me señaló con la cabeza, como si le estuviera pidiendo sutilmente, que me bajara, pero Esteban estaba que no le aguantaba nada a nadie. Lo ignoró, y me preguntó si quería sentarme en el sofá o en un mueble aparte, a lo que respondí que en este último, para no sentirme agobiada con ese aire en la estancia.
Tosí sin poder evitarlo y Aiden se paró más recto, como si estuviera esperando que me muriera ahí mismo y llegar a mí con rapidez.
Levanté la mirada, viendo a los chicos más complicados y difíciles que he conocido en toda mi vida.
Tragué saliva sutilmente.
—Vaya humor que cargan todos ustedes —articulé, acomodándome lentamente en el sofá, aguantando los pequeños halones de dolor.
Se quedaron callados.
Bien, esto iba a ser más difícil de lo que pensé.
Cuando iba a relajarme por completo para tomar el control de la situación, apareció Isa, con una cara angustiada, hasta que se topó con Thiago. Cuando él la miró, frunció el ceño.
—¿Y tú que mierda haces aquí? —fueron las primeras palabras que escuché de su boca y me ergí completamente. Me molestó su postura delante de la chica.
—Se dice gracias, idiota —respondí.
Él bufó.
Noté cómo Isa se encogía en su lugar, sintiéndose más diminuta. Este chico no tenía ni los cojones de...
—Isa, caramelo hermoso, tranquila, solo está en etapa de negación —le dijo Esteban con dulzura.
—Será que siempre está en etapa de negación —susurró Aiden, mirando hacia otro lado, como si no soportara la sola idea de estar en un mismo lugar que él.
—Mira quién habla —soltó Thiago con un gruñido.
—No me digan que me tienen aquí en contra de mi voluntad para ver cómo se matan estos —comentó Nicolás y de pronto, recordé que seguía aquí.
Lila y Bruno bajaron de la mano y se quedaron a medio camino al notar sin duda alguna el ambiente.
—Se nota que está muy buena la conversación —se rio. Bruno, siendo Bruno.
Noté por el rabillo del ojo cómo Thiago levantaba la mirada y se detenía en Nicolás.
—Vaya, pero mira quién es —soltó el chico de cabellera negra con voz cargada.
Nicolás lo miró con desenfado, como si no se sorprendiera de que le estuviera hablando.
—En mi defensa, no sabía quién eras —se encogió de hombros.
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Entre caos y reglas
RomanceSEGUNDO LIBRO DE LA DUOLOGÍA "NUESTRO PEQUEÑO ACCIDENTE" Una chica con vagas esperanzas de salir de la cárcel, se vuelve a encontrar con un viejo amor. Aquel hombre entrajeado volverá a su vida de la misma manera en la que siempre lo había hecho: de...