AIDEN
La penumbra sofocaba cada uno de mis sentidos, e incluso, el estar esperando allí sentado en la orilla de su cama, me daba cierta incomodidad. El silencio era absoleto, la intranquilidad se apoderaba de cada uno de mis huesos, pero me tocaba esperar por ella.
Mi intención al alejarme aquel día no fue dejarla, fue aclararme, lo necesitaba; no todos los días te dicen que vas a ser padre. Ella tenía que saberlo, tenía que saber lo que pasó, y se lo explicaría cuanto antes.
Escuché la puerta de la casa cerrarse, y supe entonces, que había llegado. Me puse alerta, con los nervios a flor de piel, las manos sudadas y la cabeza enredada con palabraa que todavía no llegaba a procesar por completo.
Me levanté, y me arreglé la corbata, recogiendo la compostura que se había desarmado alrededor de mí.
Me quedé en silencio escuchando bien sus pasos detenidamente, pero me desequilibró el notar que no eran los suyos.
Me quedé con los pies plantados en el suelo sin entender.
Los pasos de Venus eran sutiles, relajados, apenas audibles, tal cual ladrón en la noche que se escondía por las sombras y se aparecía en el tiempo menos esperado para atacar, pero este, aunque sus pasos fueran suaves con el propósito de no ser escuchado, lograba hacerse notar, lograba pisar firme.
En cuanto me di cuenta que se dirigía hacia esta habitación, no tuve más opción, por instinto, que esconderme en el armario. Parecía un amante, esperando por su dama, pero la situación era irreal, muy lejana.
Mantuve la respiración constante, pero suave.
La sombra de la persona apenas era perceptible, pero logré visualizarlo, a pesar de todo y me costó varias rayas de compostura no perder el control y salir con exigencias.
Sí sales no resolveras nada, quédate callado, Aiden, respira hondo.
Seguí mis propios consejos, sin notar cómo apretaba aquella pulsera que compartíamos los dos.
Mis ojos siguieron a Nicolas con Dennise en sus brazos, hasta depositarla en su cama con delicadeza.
Era tarde, muy tarde, casi amanecía, y llegaban a esta hora...
Tragué en seco.
Dennise gruñó entre sueño, y se acomodó, estirando sus piernas y soltando una profunda respiración tranquila.
Cuando pensé que el niño ese se iba, se quedó ahí mirándola, y juro por Dios, que estaba a punto de salir con el pulso vibrando y ni ira incrementando con el paso del tiempo en que se atrevía a estar en el mismo cuarto que ella.
Él no, una vez acepté una relación, viéndolos desde el otro extremo, esta vez no iba a permitirlo.
Un sonido por lo bajo resonó y me sacó de mis pensamientos que se estaban tornando muy violentos para mi gusto.
El celular de Nicolas sonaba, pero lo cogió antes de que surgiera el tercer timbre.
Resopló con fastidio antes de responder.
-¿Qué mierda quieres ahora? -preguntó en un tono aburrido.
No logré escuchar la conversación, pero estaba seguro que no era muy agradable.
-¿Y qué quieres que haga? ¿Me mato? Resuelve tus asuntos -acobijó a Venus como si en ese momento no estuviera discutiendo con otra persona.
El simple gesto me descolocó. Él no se veía para nada como un chico delicado o con gestos muy demostrativos, en cambio...
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Entre caos y reglas
RomantizmSEGUNDO LIBRO DE LA DUOLOGÍA "NUESTRO PEQUEÑO ACCIDENTE" Una chica con vagas esperanzas de salir de la cárcel, se vuelve a encontrar con un viejo amor. Aquel hombre entrajeado volverá a su vida de la misma manera en la que siempre lo había hecho: de...