CAPÍTULO FINAL

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AIDEN

—Que puto afán por querer que le muele la cara a golpes.

Dijo Venus, hablando sobre la nueva vecina que teníamos en el edificio donde vivíamos, quien insistía en llamar mi atención, sin algún tipo de limitaciones.

Me reí al instante por sus celos.

—Ni siquiera Abril te ponía tan... de mal humor.

—Oh, no, esa estúpida no se llevó más de mí porque se suponía que no podía tocarla directamente. Mi lucha con ella no fue física, fue mental. Con esta no tengo ninguna linea divisora, y está tentando a su suerte.

—El que estés con ese cuchillo en mano me hace replantearme lo del psicólogo —dije, medio bromeando.

Venus tuvo que ir a varias citas para poder tratar todo lo que su cabeza revivía una y otra vez. Nicolas enserio le había afectado, fue el detonante de todo, la gota que derramó el vaso, y la había dejado descompuesta mentalmente, llevando consigo todos sus temores, ese rio de miedo que guardaba en su pecho desde hace tiempo por su estilo de vida. Se tuvo que esforzar para plantar buena cara y terminar con él en aquel tiempo, pero luego volvió a hundirse, a tal punto, que preferí trabajar desde casa y no dejarla sola ni un segundo, sentía que era peligroso.

Ella fue su peor enemigo.

La preocupación se hundía en mis huesos, estaba que no podía dormir atento a que ella estuviera bien. El pasado a veces terminaba por atormentarla. La vida fue tomando su curso, y ella se permitió entrar a esas citas terapeúticas para su bien, para poder volver con todas las fuerzas y cerrar ciclos pasados. Su estadía en la cárcel también había seguido cobrándole factura. Desarrolló cierto pavor por los espacios cerrados, ya no los aguantaba.

Pero ahí estaba, con una sonrisa tan salvaje y radiante, como si la vida no la hubiera pisado una y otra vez.

Dennise había recobrado su brillo, había vuelto a ser mía en todo el sentido de la palabra, y podría jurar sentir toda la paz que lograba transmitir desde el interior, exteriorizándolo. Venus no conseguía paz en el exterior, así que la buscó desde dentro, y alumbró a los que necesitaban de ello; como mi madre. Supimos entonces que mi madre estaba padeciendo Lupus, aquella enfermedad que no tenía cura, cogiendo el riesgo de que alguna parte de su cuerpo, se deteriorara.

Lo único medianamente bueno que hizo mi padre en su vida, fue cuidarla con los respectivos cuidados y atenciones médicas. En todo el tiempo que mi madre se ausentó por él, estuvo bien cuidada con los mejores profesionales, encargados de su bienestar.

Algo bueno tuvo que salir de todo ese lio.

Mi madre, la madre de Venus y ella misma, se mantenían como uña y mugre, todos los santos días unidas como si fueran unas colegialas. La mía quería vivir lo más que podía, atesorando la vida, la de Dennise quería estar cerca de sus pilares en esta vida, alejada por fin de todo lo malo, tal como siempre quiso, y viendo a su hija crecer a su lado, sacando su mejor versión.

No voy a mentir. Venus no se convirtió en un pan de Dios. Es más, lo que se quitó de mal humorada, lo llenó de celosa. ¡Nunca la había visto tan atenta a las miradas que otras me lanzaran! Se les quedaba mirando como si estuviera sentenciándolas a muerte y yo solo evitaba reirme delante de esa guerra mental en la que se enfrascaba.

Bruno y Lila decidieron quedarse en Italia, gracias a Dios. Los dos querían formar su familia aquí, ya que les había gustado, y fue una de las mejores noticias que pudimos tener.

Vicky se mantenía en contacto siempre, y sirviéndole a Venus en parte como apoyo en cuanto a lo psicológico se trataba, ya que esa mujer tenía grandes  frases motivacionales y dominaba el arte de transmitir paz y seguridad.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora