Capítulo 23 (Pero me tienes a mí)

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VENUS

Seguía viendo la figura de Aiden hasta que se perdió en medio de la oscura noche. Suspiré sonoramente, sintiendo el peso de las emociones recaer sobre mí. Sonreí tontamente al recordar. Sabía lo que pasaba por su cabeza, pensaba que me estaba rindiendo con él, pero tenía otros planes.

Lo que restaba del día, lo iba a disfrutar, luego, pondría en marcha mis planes, una última jugada antes de tener a mi compañera a mi lado. Me imaginaba que me iba a mirar como si hubiera perdido la cabeza al no hacer muchas cosas de las que dije que haría, por miedo. Sí, tenía miedo. Miedo a meterme en algo que en verdad resultara ser real, porque quizás, mi amor por él, me estaba cegando y claro que pensaba, ¿y si ellos son tal para cuál? ¿Y si la mala de la historia soy yo?

Las palabras de Aiden rondaron en mente, como recordatorio: "sí, todavía, y mucho, pero te pido que no me hagas la pregunta"

Suspiré y me quedé mirando hacia la nada, todavía. Podría jurar oler su aroma todavía, y lo anhelaba.

Solo yo voy a saber cuándo será suficiente. Soy de las personas que no se rinden hasta que lo sacan a pedazos, y esta no será la excepción.

Escuché el ruido del motor, incluso, cuando sonaba en la otra calle antes de llegar.

Me abracé a mi misma y esperé pacientemente. Cuando visualicé a Nicolas en su motocicleta, sonreí, como si saludara a un viejo amigo.

Cuando llegó hacia mí, se quitó el caso, dándome una buena vista. La verdad, tenía que admitir que se veía jodidamente sexy en esa moto, era como si fuera una extensión de él, y complementara su todo.

Alzó la comisura de sus labios, con una sonrisa de complicidad.

Miré por inercia hacia atrás, sintiendo de alguna extraña manera, que Aiden seguía allí, pero no había nada. Me mordí el labio y cuando volví a ver hacia adelante, Nicolas se había desmontado y tenía en las manos otro casco.

—¿Esperas a alguien más? —su voz sonó tan íntima, y me enderecé.  Cómo carajos podía hablar cualquier cosa y por más normal que fuera, tenía cierta vibra de secreto, como si compartiéramos una verdad que nadie debía saber.

Negué, lentamente.

—¿Puedo? —preguntó, alzando un poco el casco, dirigiéndome esa mirada penetrante que envolvía a cualquiera. El color de sus ojos no era lo que atraía, era la manera en que te hundía en ella, sin que siquiera lo notaras, hasta que ya no puedes escaparte.

Asentí, sin poder encontrar mi voz.

Ubicó aquella protección con suma delicadeza y sonreí como una niña a la que le habían dado su juguete favorito.

—La chaqueta, la moto, el color negro, los tatuajes, ese aire de creerse un Dios —me reí —pareces sacado de una historia de wattpad —alcé el mentón, para que tuviera una mejor vista hacia mis ojos, que estaban enfocados totalmente en él.

Sonrió, y miró hacia otro lado, mordiéndose el labio.

—Ay, por favor —le di un empujoncito —ya, vámonos.

Cuando logré subirme, puse mis brazos alrededor de su cuerpo, por debajo de su chaqueta, para que tuviera la libertad de moverse.

—Todos quieren conocerte, pero te lo advierto, puede que choques con algunos.

—¿Por qué lo dices?

Giró un poco su rostro hacia mí, quedando a poca distancia.

—Porque somos bastante iguales —hizo rugir la motocicleta y sonreí, escondiendo un poco mi rostro del frío aire que nos arropaba —enséñales de qué estás hecha —el orgullo que salió de su voz me inundó el pecho de un sentimiento cálido y juré  que sentir vibrar mi piel.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora