Capítulo 9 (Prefiero pedirle fuego al dragón)

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Exactamente una semana. Una semana de aquella cena donde habiamos asistido Abril y yo, que no más nos causó más problemas.

A veces me preguntaba si ese era el fin real de todo.

Abril había recibido una llamada de su padre, o al menos eso dijo, pidiéndole con urgencia que llegara inmediatamente hacia ellos. Yo insistí en que iría con ella, pero no me lo permitió y por más que me reusé, no había como quitarle una idea a esa mujer de la cabeza.

-No te quiero dejar ir sola. Sabes, podemos...

-Ya te dije que no -reprochó y se giró hacia mí. Me alejó un poco al no querer mi cercanía.

-¿Sigues enojada conmigo? -solté sintiéndome horrible. No quería discutir.

Ella negó lentamente, pero su rostro me decía otra cosa.

-Intenta que la próxima vez no tenga que escucharte hablando de Venus como si todo lo que tenga que ver con ella, tiene que ver contigo -bufó.

Menos mal que no estaba molesta.

La seguí cuando me obvió por completo recogiéndo su maleta.

-Te puedo alcanzar si quieres -enserio no quería dejarla sola -me sentiré solito -llegué hacia ella, intentando endulzarla un poco más. Lo que me faltaba también era que el padre de ella viniera explicarme cómo se trataba a una mujer. No toleraba la idea de que Abril se alejara con ese humor que llevaba encima.

La abracé, atrayéndola hacia mí, aunque ella intentaba soltarse.

-Te amo -hoy era uno de esos días, donde sentías todo al máximo, todo duplicado.

Me miró con un atisbo de tristeza.

-Déjame ir contigo, podría ayudarte a...

Se soltó de mí, sin esperar que terminara y se volvió a alejar tomando la maleta.

-Vendré el Lunes, no tardaré -pero qué le estaba pasando.

Bufé, cansado de intentar hacer malabares con todo.

se fue sin más, dejándome todo el día solo en el apartamento. No había hecho absolutamente nada, todo fue tranquilo y silencioso.

Estaba cenando en el comedor en absoluto silencio. Hoy era fin de semana, así que no tenía nada más que esperar a que Abril llegara el Lunes.

Tenía la televisión encendida, viendo las noticias, mientras comía una de las tostadas con mantequilla que mi madre solía hacerme.

Empecé a recordar cada cosa de pequeño, y quise maldecir al saber que siempre estaba Dennise. Fue como si me transportara absolutamente, no escuché nada, ni la televisión, ni cuando se abrió la puerta. Solo salí del trance cuando pude identificar unos pasos.

-¿Perdiste el vuelvo? -pregunté extrañado. Abril era muy puntual.

Hubo un pequeño silencio hasta que una figura femenina entró al espacio con toda seguridad y una carita de que no mataba ni un mosquito. Definitivamente no era Abril.

Esto tenía que ser una broma. Me quedé estático por la sorpresa de verla ahí.

Abrí la boca para decir algo, pero se me hizo imposible. Todavía estaba ensimismado.

Enserio Venus era terca e insistente.

-Voy a demandar al seguridad de aquí.

Ella soltó una sonrisa lobuna, y dejó alzada su mano donde pendía una llave.

-Se te olvida que esto es mío también, cariño.

Me empezó a dar dolor de cabeza. Abril me iba a matar, iba a entrar en colapzo.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora