AIDENMiré a Venus dormir luego de haberle echado algo para que cayera rendida. Necesitaba calmarla, y necesitaba yo llenarme de más paciencia si eso era acaso posible.
—Aiden, ¿sigues ahí? —me preguntó Esteban por la otra linea desde RD.
Suspiré pesadamente desde la puerta, sin perderla de vista.
La noche parecía ayudar a que las cosas se vieran con más tranquilidad, aunque los peores problemas llegaban apenas en la madrugada.
—Sí, sigo aquí.
—¿Cómo se encuentra entonces? —me preguntó con una nota de nerviosismo.
Tragué saliva.
—Ha destrozado la oficina que tengo aquí. Ha... estado un poco difícil, pero nada que no pueda manejar.
Las palabras no expresaban verdaderamente la magnitud del desastre, pero no pude ponerle más carga a él, Esteban se hacía cargo de los problemas allá. Se supone que la había traído a base de mentiras a Italia para alejarla de allí. Si duraba un día más, quién sabe qué le habría pasado.
Un silencio pesado se instaló.
—Siento mucho que tengas que aguantarte eso solo.
Arrugué el ceño.
—Créeme que siento más que tengas que encargarte de todo el caos allí —me burlé aunque había cierta realidad en ello. Yo no sé si podría meterme en esos problemas, tantas reglas rotas, tantas acciones fuera de la ley tan solo para mantenerlo todo a raya. El mejor para eso era él.
Le escuché respirar hondo.
—Gracias. Sé que ahora mismo ella no entiende lo que haces por todos, pero algún día lo hará.
Un nudo se me formó, bloquéandome el habla. No me importaba lo que tenía que hacer para mantenerla con vida, siendo ella misma su propio enemigo.
—Eres un gran hombre, Aiden. Apuesto a ti, siempre lo hago.
VENUS
La noche nos cayó a todos en el centro, y disfrutamos del tiempo. Nicolas se la había pasado pegado a mí todo lo que restó del día, incluso cuando miraba los planes en la mesa con detalle, con gran concentración, buscando fallas. Había dicho que le parecía bien, pero que los demás también tendrían que estar de acuerdo y asi entrarle a la jugada, lo que me pareció perfecto.
Thiago se había perdido por mucho tiempo, menos cuando se trataba de misiones. No sé si decir "para nuestra sorpresa" o que resultó divertido el ver a Carol con una cara de satisfacción en la cara y a Thiago tocarla las veces que se lo permitiera, con disimulo. Había un aire territorial de él hacia ella.
Nicolás le había pedido a ella que analizara los planos y eso hizo.
—Mi fuerte no es idealizar el plan, sabes que lo mio es la estrategia en pleno juego —resaltó, pero aún así, se quedó mirándolo todo.
—Siempre tenemos que verlo todo, no te confíes.
—¿Qué tan mal puede salir? —nos preguntó, alzando sus lindos ojitos de gato.
Me encogí de hombros y me recosté de la mesa.
—Él estará vigilándolo todo, pensará que solo estoy allí por Aiden. El punto es mantener las miradas hacia nosotros mientras ustedes trabajan allí arriba.
—¿Y en qué parte entro yo? —me preguntó con naturalidad.
Le señalé un punto rojo.
—No puedo tenerte dentro del foco, resaltas mucho igual que María. Ustedes dos se encargan de las cámaras de seguridad.
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Entre caos y reglas
Lãng mạnSEGUNDO LIBRO DE LA DUOLOGÍA "NUESTRO PEQUEÑO ACCIDENTE" Una chica con vagas esperanzas de salir de la cárcel, se vuelve a encontrar con un viejo amor. Aquel hombre entrajeado volverá a su vida de la misma manera en la que siempre lo había hecho: de...