Capítulo 43 (¿En quién confías?)

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AIDEN

Seguía respondiendo cada una de las dudas de Bruno y Esteban, a la vez que escuchaba información acerca de sus puntos de vista. Qué ocurrió, cómo Nicolás estaba cómo estaba, y cómo Venus estuvo metida en todo el alboroto, aunque, como sabemos, esa respuesta se sabe bastante bien; ¿acaso ella no está metida en todos los escenarios fatalistas?

Parpadeé cuando noté que Esteban chasqueaba sus dedos contra mí.

-¿Estás o no aquí, idiota? -dijo con confusión y un tono de molestia.

-Está en otro mundo, llamado Venus -se rio Bruno de su propio chiste y le dirigí una mirada cansada.

Él alzó los brazos, como si se estuviera rindiendo.

-Solo decía -añadió.

Esteban rodó los ojos.

-¿Qué me preguntabas? -me dirigí hacia el chico de tatuajes.

-Que si crees que se dieron cuenta que le pusiste rastreadores -repitió con desesperación.

Negué.

El pelirrojo resopló.

-Tu papá es un hijo de la gran...

-Ey, cuidadito -se interpuso Bruno, cruzado se brazos -estás hablando del idiota del padre de Aiden, cuida tus palabras.

Resoplé.

-Agradece que no tengo problemas de ira ni me cojo tus chistes personal.

-¿Alguna vez te dije que no lo agradecía?

-Bruno, vete con tu color pastelito, por favor, y no jodas -habló Esteban, refiriéndose a Lila. Se sentó a mi lado, haciendo ruido.

-¿Y este se levantó entonces? -pregunté sobre Nicolás, viéndolo con mala cara.

No lo pasaba, de verdad que no me daban los modales para ser bueno con él y aceptar su presencia.

-Hace unas horas, sí. Se quedó con Venus un largo rato, pero luego la doctora llegó para revisarlo y ella salió.

-Qué raro que confió en esa doctora, dejándola con él.

-He recibido múltiples quejas de cómo Venus ha amenazado a cada doctor -se rio y sonreí disimuladamente, haciéndome la idea.

A Esteban le sonó el celular y cuando vio la pantalla, sus hombros decayeron.

-¿Quién es? -pregunté.

Se quedó callado unos segundos.

-Thiago -su nombre salió de sus labios como si fuera un peso.

Bruno lo miraba con cierto entendimiento en su mirada, como si se pusiera en su lugar.

-Ve -le dijo, señalando la puerta -nosotros cuidaremos de Nicolas.

Él se quedó allí, sin emitir sonido alguno ni moverse.

Su celular cesó de sonar, pero luego, retomó el mismo tintineo desesperante.

Le di una palmada en el hombro.

-Ve a ver qué quiere, debe ser importante. Entiendo que no quieras mucha cercanía con él, pero no conviene tenerlo por allí haciendo qué sabe qué.

Él barrió su cabello encendido como el sol en un gesto desesperado y se levantó. Escuché el sonido de la puerta al cerrarse.

Me quedé viendo la puerta, con la intención de verla llegar, pero nunca lo hizo.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora