Prólogo

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Pensé que al verla entrar por aquella puerta, la vería en un estado casi humillante, avergonzada. No pude estar más equivocado. Claro que seguía siendo Venus.

Caminaba a paso firme, con la cabeza en alto, sin mirar a nadie en específico. Si te fijabas bien, en su mirada todavía percibías el aire sarcástico, ese sentir de tomar las riendas del juego. Ese brillo ganador.

Era como si le dijera al mundo que ella era la que dictaba cuándo paralizar al tiempo, y eso era lo que hacía en ese preciso momento.

Pero la conocía como la palma de mi mano, yo a ella me la aprendí de memoria, sin ningun aviso, ni un papelito dándome instrucciones. Sabía que estaba cansada. Con miedo no, Venus no conocía esa palabra. Era mas bien, exhausta. Las bolsas debajo de sus ojos dejaron mucho que decir, y aún así, seguía de pie.

Caminó hacia el asiento a mi lado y sentí que el aire no era suficiente. La sala se sumió en un silencio. Estaba preparado, lo estaba.

Ni siquiera se fijó en mi cuando llegó a sentarse. Solo miró hacia otro lado. Pude sentir cómo mi sangre se calentaba por su presencia.

Esa chica de cabello negro, con esa piel tan blanca, que parecía porcelana, con esos ojos claros tan exigentes, era el torbellino en persona. Problemas era su segundo nombre.

Una voz en contra se interpuso en mi mente:

Pero valió cada minuto de tu tiempo, lo valió.

Quise reirme por eso.

Lo había valido, claro. Había aprendido a saber con qué personas no volver a toparme. Qué cosas aguantar, y las que no.

Si alguna vez la había amado, parecía apenas un susurro, un recuerdo lejano, donde ni me reconocía.

Si ella estaba en aquella cárcel fue por gusto propio. Tuvo tantas oportunidades para elegir otra vida, una que yo le había puesto en sus manos, y aún así...

Y aún así ahí estaba yo, dispuesto a defenderla.

Noté cómo cambió el gesto en su rostro y se tensó a mi lado, sin siquiera haber puesto sus ojos en mi. Me había percibido de alguna otra manera sin fijarse en mí.

Casi seguía completo, casi... hasta que luego de decirle su gran manera de hacer una entrada, se permitió verme a los ojos.

A veces piensas que estás curado, y eso no es más que otro síntoma de la enfermedad.

SEGUNDO LIBRO DE LA DUOLOGÍA NUESTRO PEQUEÑO ACCIDENTE.

(25 de julio 2019)
( 5 abril 2020)

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora