Capítulo 65 (Estoy lista)

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HORAS ANTES

VENUS

Había sido recogida con fuerza. Ni siquiera logré salir del todo del maldito lugar. ¿Me habían mentido?

Forcejeé hasta que escuché la voz de aquel chico dócil mandándome a callar por mi bien. No sé por qué carajos, pero le creí.

—Escucha con atención. Yo te guiaré hasta la salida, pero tendrás que hacer lo que te pedimos si es que quieres salir viva de aquí.

—¿De qué hablas? Ya han dado la orden de soltarme —respiré con fuerza desmedida.

—Hace unos minutos llegó otra orden, la de matarte si algo le pasaba al jefe y resulta que lo han detenido.

Me tensé abruptamente. Esto no me estaba pasando, no ahora.

Forcejeé una vez más con fiereza.

—¡Cálmate, de por Dios!

—¡¿Y qué quieren ahora de mí?!

—Tendremos que hacerte pasar por muerta para que no caigan detrás. Si sales, no van a dudar en dispararte en la cabeza, ¿eso es lo que quieres? Cálmate y pon tu cabeza fría. Necesitamos hacerlo todo rápido, sino, las cosas se pondrán muy feas por aquí.

Tragué saliva.

—Aiden llegará en cualquier momento, si le dicen que me mataron, eso es lo que hará que este maldito lugar deje de existir —dije con los latidos de mi corazón desenfrenados.

—Déjaselo a Nicolas, le comunicará todo, pero tendrán que plantar una escena para hacerlo más creíble.

Me resultaba una malísima idea el dejar que esos dos se comunicaran. Aiden a estas alturas debe de estar al borde y borra cualquier límite de cordialidad. Quién quitaba que les hiciera una doble jugada, a pesar de optar por tener un trato con Nicolas de dejarme ir. Aún sabiendo esa posibilidad, me callé.

Asentí lentamente, y Christofer me soltó con cautela, como si en cualquier momento me viera gritando a los cuatro vientos por ayuda.

Un poco más, aguanta un poco más, Venus...

NICOLAS

El timbre sonaba, y sonaba, hasta que pensé que había marcado equivocado, pero ahí escuché justamente en el último momento cuando descolgó. Era la quinta vez que marcaba.

—Quien seas, espero que tu presión sea por una muy buena razón —dijo al instante con una nota de seriedad.

—No veo qué puede ser más importante para ti, que ella.

Un silencio nos abordó, podía escuchar sus amenazas hasta aquí. Aquel silencio fue mortal.

—¿A qué estás jugando, niño? —gruñó con una calma que prometía todo, menos paz.

Mire de reojo a Isak quien me observaba bajo un ojo analítico, sin dejar de mover su pierna con nervios.

—Escucha, idiota, porque no tengo mucho tiempo. Tu querido padre ha dado la orden de matarla.

—¿Y cuál es la trampa? Porque dudo que vengas con banderita blanca. Nací de noche, no anoche.

Apreté el celular con fuerza y me relamí los labios.

—Ven con tu grupito lo antes posible. Tu parte es encargarte de que se vea creíble el que vengas a buscarla. Mi parte es hacerla pasar por muerta. Te la dejo en casita sana y salva y lo único que te prohíbo hacer, es que Isak o yo, salgamos heridos por culpa tuya.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora