Capítulo 7 (Hasta que me haya roto por completo)

688 74 12
                                    

Estaba despertándome, removiéndome por el calor, al sentir tan jodidamente doloroso todo de mi cuerpo.

Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue a Vicky, durmiendo plácidamente. Un ronquido desde atrás hizo que me girara —lo poco que podía— para ver a Lila con el sueño más profundo que notado a alguien estar.

Me reí internamente al recordar la "noche de chicas" que tuvimos. Pensé en Dania y suspiré. Ya la extrañaba, la quería aquí. Esa chica era mi otra mitad, versión amistad.

Intenté pararme con sigilo, pero Vicky siempre ha tenido el sueño ligero. Se sentó al verme caminar de puntillas hacia el baño para arreglarme.

La escuché bostezar.

Empecé a lavarme los dientes con pesadez, mis ojos se cerraron por tener tanto cansancio. Duré varios segundos así hasta que los abrí y noté a Vicky por el reflejo, con el celular en mano, dirigiéndose hasta mi.

—¿Me estás grabando? —negó

—No tienes pruebas de ello —miró a Lila desde el marco de la puerta y luego la grabó —oh, esto va a valer oro. Recuérdame enseñarle esto para chantajearla.

—¿Chantaje, qué es eso? —ella me miró con una ceja alzada. Ok, las dos sabíamos que santa no era.

Cuando acabé de cepillarme, Vicky le siguió.

La caja de pizza seguía en el piso. La caja de donas en una esquina de la cama y la botella de refresco, detrás de la puerta.

—Que desastre —me llevé las manos al rostroz espantando la vagancia.

Me encaminé hacia la cocina para hacer el desayuno y vi a mi madre preparando algo que olía delicioso.

Al mirarme, sonrió ampliamente, como si estuviera escuchando su canción favorita.

—Ay, amor. Te va a encantar lo que hice. Exclusivamente para ti.

La miré todavía en el limbo, pero le devolví la sonrisa. Me senté en la silla frente a la isla y esperé por mi chocolate, que era para mí lo escencial.

—Extrañaba el chocolate. Creo que fue una de mis mayores torturas —jugué con el tema.

—Pues que bueno que compré bastante chocolate como para un año —inquirió y me acarició la mejilla —¿Todo bien?

Asentí.

—Todo perfecto —susurré y me observó con tanto cariño que mi corazón quiso explotar. La había extrañado más de lo que podría admitir.

Comí todo lo que había después de haberle subido el desayuno a esas dos vagas que se quedaron en la cama. Yo como niña responsable que soy, bajé.

Todo muy bonito, pero la vida continuaba y tenía que ponerme manos a la obra. Las cosas no se hacían solas.

Me aclaré la garganta, captando la atención de mi madre. Estábamos en el mueble, frente a la televisión. Estaban dando Smallville. Sí, era bastante viejo.

—Ma, necesito pedirte un gran favor —no sé cómo, si acaso ella leía la voz en mi cabeza. Sonrió de lado.

—Quieres que te ayude con Aiden, ¿verdad?

Por un segundo me quedé callada tratando de entender  si era tan obvio. Alcé la comisura de mis labios.

—Pues sí —le di un sorbo al chocolate.

Ella suspiró.

—Sabes que eres joven, tienes toda una vida por delante mi amor, Aiden...

—Lo quiero a él, Ma' —la interrumpí, pero es que quería dejarlo claro y sin rodeos —pueden haber miles de personas, pero es él —ladeé el rostro —lo amo. No pienso dejarlo ir.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora