EXTRA 1

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AIDEN

—Amor...

Venus se estaba pintando los labios de un rojo intenso, frente al espejo. Saldría para la firma de su libro, y así conocer a sus lectores.

Damien corrió hacia ella con una sonrisa inocente, pegándose a sus piernas, en socorro.

Me crucé de brazos y negué la cabeza, en un reproche silencioso.

—¡Mammina! —soltó él. Era un pequeño con el pelo claro, muy distinto a los dos. En vez de tener el cabello negro como su madre, o marrón como su padre, los genes decidieron irse a los antepasados y tomar otro color. Sus ojos claros derramaban vida por donde se le viese, y tenía ese aire de firmeza y seguridad que portábamos los dos.

—Ay, pero miren quién llegó —se agachó para poder repartirle besos en el rostro. La cara se le iluminaba cada vez que lo miraba.

Él le enseñó el carro de juguete que tenía en la mano y le extendió la otra con unas donas que habíamos comprado para ella.

Se hizo la sorprendida.

—¿Me lo compraste tú? —le preguntó ella con emoción y él asintió, orgulloso.

—Ay, gracias, amor —le acarició la mejilla con ternura. Venus en el papel de madre era simplemente... precioso. Nunca le había visto ese lado tan endulzado, sereno, como si todo estuviera donde ella siempre quiso.

—¿A que no adivinas que hizo nuestro niño? —dije antes que se me olvidara al verlos frente a mí con tanto cariño.

Ella se giró a verme y empezó a peinarle el cabello alborotado, quedándose expectante.

—Da la rara casualidad que Damien ha mojado la ropa de la vecina, cariño —alcé la ceja, maquillando lo obvio.

Ella abrió los ojos de más y se giró a verlo, sorprendida.

—¿Pero qué accidente, eh?

—Por tercera vez —dije calmado, ladeando el rostro, con ironía.

Ella abrió la boca, formando una O y viéndolo.

—È stato un incidente —se defendió él, mirándome sin remordimientos.

"Fue un accidente"

Esto iba a ser un problema.

Anclé mi mirada en él con más firmeza, dejando que recayera en él la situación.

—¿sei sicuro? non puoi mentire a mamma e papà —no podíamos estarle dejando pasar esa rebeldía, pero de alguna manera, no podía culparlo del todo, los niños aprenden de lo que se les enseña.

"¿Estás seguro?, no le puedes mentir a mamá"

Damien mordió su labio y giró la cabeza, evadiendo mi mirada y su propia mentira.

Venus le besó la frente y le arregló su poloché, que él mismo había elegido, siempre sabiendo sus gustos, teniéndolo todo claro.

—¿Perché hai bagnato i vestiti del vicino? —le preguntó ella, quien no hablaba mucho el italiano, pues quería acostumbrarlo tanto al español como al otro idioma de acá.

"¿Por qué le mojaste la ropa a la vecina?"

Damien no la miró.

—Hey, te estoy hablando. A mami se le responde.

Carraspeé.

—Y a papá también —arregló y lo observó, estudiándolo. Ella tenía algún don inusual de saber leerlo en segundos.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora