VENUS
Deambulé entre una sensación reconfortante, diferente y abrazadora. Cuando sentí luego el frío apegarse a mí mejilla, por inercia, abrí los ojos.
Todo era negrura...
Estuve desorientada por al menos diez segundos, tratando de entender qué había pasado, dónde estaba y por qué me sentía así.
Algo barrió un camino hacia mi cabello, acariciándolo con delicadeza y entonces, respiré hondo. Muy hondo.
Me mordí la mejilla interna y cerré los ojos con un poco más de fuerza, solo... respirando su aroma, sintiendo su mano sobre mí. El sentir, eso quería.
Había despertado. Nicolás había despertado.
Algo caliente golpeó mis venas y se volcó en mi pecho.
-Oh, por Dios, o Santos cielos -dijo, realmente preocupado -estoy en bata de hospital, me vieron mi culo redondo. De seguro ya me tiraron fotos -atinó en decir como si fuera un asunto realmente serio, en el que había que tomar cartas en el asunto.
Me quedé mirándo hacia la negrura, a sabiendas de que estaba ahí al frente.
-Eres un idiota -susurré de forma lejana. Negué lentamente y agarré su otra mano con fuerza contra las mías -un maldito idiota -mis palabras no sonaron como reproche, más bien, era mi miedo y alivio al mismo tiempo hablando por mí. Permití bajar mi cabeza por unos segundos, manteniendo mi frente sobre su mano.
Escuché un quejido de su parte y levanté la cabeza abruptamente.
Me separé solo un poco, con miedo de soltarlo y que se me fuera, solo para prender la luz de la lámpara larga.
Cuando la luz me dio el placer de verlo, me ahogué comentarios.
Seguía viéndose cansado. Unas bolsas oscuras debajo de sus ojos adornaban su pálido rostro. Seguí analizándolo en silencio.
-Tu rostro habla por si solo -dijo con voz tranquila.
Cuando vio que no respondí y seguía observándolo de pies a cabeza para asegurarme que estaba bien, apretó mi muñeca.
-Reina...-ese apodo fue como un interruptor. Sí, él estaba aquí, estaba bien, estaba con vida.
Me emocioné tanto por la idea de no haber perdido a alguien, que me dejé llevar por los impulsos arrebatadores que me dominaban. Lo abracé, sin más.
Él me reinició, aquel contacto con él me reprogramó por completo y no tuve noción ni de tiempo, ni de espacio.
Lo abracé por inercia, como si quisiera mantenerlo conmigo, que no se me desintegrara en las manos, que no se esfumara como un sueño o alucinación, que no se me escapara el momento.
Suspiré su aroma tan caracteristico y acaricié rápidamente su cabello, sintiéndolo extrañamente suave al tacto.
Pude sentirlo respirar profundo. No me alejé, y él no me alejó.
No sé cuánto duramos así, y es que, tenía la impresión de que él tampoco quería enfrentar todo apenas estaba despertando. Pero...
-Vendrán más tarde a verte -dije con la voz ahogada en su pecho. No tenía que decir nombres.
Hubo un pequeño silencio.
-Supongo que son buenas noticias -suspiró con un cansancio notorio.
Alcé mi vista hacia él y conectamos nuestras miradas de una forma tan poco entendible para otros.
-¿Qué clase de pijama llevas encima? -se burló y me maldije internamente. No se callaría jamás con eso.
-Mi madre me la trajo -respondí con naturalidad.
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Entre caos y reglas
RomanceSEGUNDO LIBRO DE LA DUOLOGÍA "NUESTRO PEQUEÑO ACCIDENTE" Una chica con vagas esperanzas de salir de la cárcel, se vuelve a encontrar con un viejo amor. Aquel hombre entrajeado volverá a su vida de la misma manera en la que siempre lo había hecho: de...