Capítulo 29 (¿Qué tiene ella que no tengo yo?)

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LOGAN

Respiré hondo, sintiendo que mis ojos casi se salían fe sus órbitas y mi corazón me haría estallar el pecho.

Tragué en seco.

Era ella, estaba ahí, frente a mí, no estaba soñando. No sabía cuantas noches le pedí a Dios poder siquiera despedirme en sueños de ella, pero al final, nunca podía, siempre pasaba lo mismo... ella moría sin poder escuchar unas últimas palabras de despedida.

Su carita era tal cual la recordaba, y aunque se le viera con menos peso, estaba como siempre, hermosa.

Tuve un nudo en la garganta que no me permitía hablar siquiera. Sentí el impulso de ir a estrecharla entre mis brazos y sentir su calor, su aroma a frutas, su voz...

Temía que si hacía un solo movimiento aquel sueño se espantaría y no me permitiría verla un poco más.

Abril tomó mi mano con cautela, pero no logró dirigir mi mirada hacia ella.

Los hermosos ojitos café oscuro de aquella mujer que perduró en mi memoria por años, que tantas veces me hizo estar a su merced, se cristalizaron. Se mordió el labio, pero nunca se escondió.

—Logan, hermanito —la voz de Abril intentaba sacarme de aquel mundo irreal en el que estaba, pero no pudo, ni podría.

Me alejé de ella, quitando su mano sobre la mía y caminé hacia la que fue y siempre será mi más grande amor a pasos lentos.

Ella se quedó estática y juré sentir sus emociones, juré respirar la explosión que estallaba en su pecho con frenesí, y es que yo siempre tuve esa conexión directa con los sentimientos que ella se guardaba.

De pronto, Aiden puso una mano por delante de ella, bloqueándome la cercanía. Tomé aquello como un acto de imprudencia de los más grandes.

Lo miré con cierta molestia.

Todos estaban absortos en lo que pasaba, y me temía que sin entender la situación. Claro, ella no les habrá dicho nada, era experta en callarse las cosas que no le convenía y aún más experta en mentir.

—Déjalo —le dijo a Aiden y la miré confundido. ¿Desde cuando él se convirtió en su ángel guardían?

No, no, antes que todo...

—Tú estabas muerta —dije en un hilo de voz, casi rompiéndose. Me maldije por sonar tan roto.

Tragué saliva.

Ella ladeó su rostro y respiró hondo, de manera entrecortada.

Le dio una rápida mirada a alguien por detrás de mí y no supe si era a Dennise o a mi hermana.

—Es mejor darles un espacio —intervino Dennise, aclarándose la garganta, entendiendo el mensaje —fue una larga noche. Chicos —pareció indicarles la puerta, acción que no vi, ya que me había perdido en el rostro de Dania. Nunca me olvidé de sus ojos rasgados, de su piel blanquecina, de su cabello azabache, cómo tenía que alzar la mirada para verme.

—Tenemos que hablar —escuché decir a Abril y Aiden la miró entre un enredo de emociones confusas y asintió no más. Luego, dirigió su mirada hacia Dania y ella asintió.

Tuve celos. Sí, celos.

Yo era el único hombre en su vida.

Cuando todos despojaron la sala, me quedé a solas con ella y todas mis emociones me abrumaron de una manera impropia de mi persona. Me abordaron abruptamente, sin piedad.

Una lágrima rodó por mis mejillas sin pretenderlo.

Su expresión comprimida me rompía aún más, pues todo lo hacía más real.

Respiré hondo antes de hablar, sintiendo que me estaba ahogando.

Alcé mi mano con cautela, todavía sin poder creerme que ella era real, que estaba a centímetros.

Cuando toqué su mejilla levemente, ella cerró los ojos y sollozó, bajando la cabeza y ubicando su mano sobre la mía.

Era real, la estaba tocando. Era real.

Alcé las cejas, impresionándome todavía el poder sentirla.

—Tu moriste en esa explosión —solté con la voz quebrada y negando —había suplicado por tener un momento más contigo durante tanto tiempo, sin perdonarme el no poder darte la vida que merecías —me aclaré la garganta, porque de pronto, no tuve voz —y seguías viva. Maldición, seguías viva y nunca me dijiste nada —esta vez un quejido doloroso salió de mi garganta, sin poder evitarlo.

Ella negó frenéticamente.

Abrió la boca y volvió a cerrarla, sin encontrar su voz.

—Logan... —alzó la mirada —hay muchas cosas que no sabes que ocurrieron.

—Sí, me queda bien claro —la miré con más dureza. Me sentía realmente dolido, como si me hubieran apuñalado por la espalda —si no querías estar conmigo, no tenías por qué...

—Oh, no, no, no —soltó abruptamente, y me abrazó con fuerza. Me aferré a ella y no pude evitar cerrar los ojos ante la sensación de volverla a sentir conmigo, entre mis brazos. Ahuequé mi rostro en su cuello y las lágrimas me salieron por si solas, incontrolables —cómo puedes pretender que todo esto fue porque no te amara. Te amo con todo, con lo que tengo —su cuerpo encajaba perfectamente con el mío —tenemos mucho que hablar.

—Pensé que nunca te tendría —mis palabras sonaron ahogadas. La abracé con más fuerza, por inercia, sintiendo que si la soltaba un segundo, todo se derrumbaría y me despertaría. No quería, me rehusaba a volver a pensar que todo esto era una mentira.

—Siempre me has tenido, siempre he sido tuya —susurró contra mi oído. Su voz quebrada me partía en fragmentos una y otra vez.

Al final, Dios sí escuchó mis plegarias y en mi cabeza, daba las gracias una y otra vez.

AIDEN

Sopesé mis palabras antes de siquiera cerrar la puerta.

Nos encontrábamos en la habitación que quedaba al lado de la de Thiago, la más pequeña.

Suspiré sintiéndome de pronto cansado. Todo esto debía de terminar. Mi cabeza era un tornado de locura sin comprensión, las cosas no estaban ordenadas y me sentía perdido, además del alcohol que habíamos consumido, pues nunca pensé que tendría aquella conversación con ella.

Me giré, dándole la cara, y noté sus ojos rojosby enfurecidos.

—Escucha, Abril... —intenté calmarla.

—¿Entonces siempre pensaste esto? "Esperaré a que la cague para irme directamente hacia la que me hizo mi mundo patas arriba" —aplaudió —esperaba más de ti.

Fruncí el ceño y mi molestia aumentó.

Me recosté de la pared, de brazos cruzados.

—Al menos admites que hiciste algo bastante malo, me impresiona.

Soltó una risa breve y amarga.

—Te di todo de mí.

—Estás fuera de tus cabales. No estás siendo la misma Abril.

—No vengas a estarme metiendo cosas en la cabeza. Todo esto ocurrió desde que volvimos a este maldito país —puntualizó, aumentando el volumen de su voz.

Me quedé callado, restándole importancia.

—¿De qué te sirve que hablemos si solo oyes para replicar y no para entender? —respondí con soltura.

Eso pareció amedrentarla. Se desinfló poco a poco, sentándose en la cama de golpe. Llevó su rostro entre sus manos y la escuché respirar hondo.

—Esto está pudiendo conmigo —parecía lamentarse. Se quitó las manos y me miró con tristeza. Parecía deambular por calles solitarias, tal cual perdido y abastecido por sentimientos que consumían el alma —te amé tanto, más que tú, y ese fue mi error.

Negué lentamente. No pude negar sentir un pinchazo de dolor por herirla. Nadie debería sentirse así, insuficiente.

—¿Qué tiene ella que no tenga yo? —se quejó en y gimió dolorosamente. Aquel sonido derrumbó mis paredes.

Yo la amé, y ese hecho nadie lo quitaba. Aún la amaba, pero no al grado al que ella exigía, y es que eso no se exige.

Suspiré con cansancio y me acerqué a ella.

—Nada. Tú eres más delicada, con mayores modales, más conocimiento del mundo, me harías la vida más fácil, sin duda. Pero cuando intento escuchar a mi corazón, es su nombre el cual grita. Tiene justamente eso, que la gente siempre me lo pregunte —me encogí de hombros y me acunclillé para estar a su altura. Le hablé con calma y moderación —quizás nunca pediste mucho, Abril, solo se lo pediste a la persona equivocada —musité y coloqué mi mano en su rodilla, sin otra intención alguna más que el contacto de mi piel para intentar aplacar su ira.

Ella hipó en medio de sus lágrimas al intentar buscar aire. Cerró los ojos con fuerza y me abrazó. Al principio me quedé sin frizado, sin devolverle el abrazo, pero sentí que era lo menos que podía hacer.

—Mi intención nunca fue lastimarte —susurré sintiéndome culpable.

—Lo siento tanto, Aiden. ¡Discúlpame, por favor! —empezó a llorar con más fuerza, incontrolablemente, desmoronándose mientras se aferraba a mí —nunca me lo voy a perdonar —dijo entre dientes. Sus palabras llenas de agobio me preocuparon aún más. No parecía hacerlo solo por lo que le había dicho.

—Abril... —intenté consolarla con miles de palabras que estaban a punto de salir de mi garganta. En cuanto la aparté y vi su rostro rojo lleno de pesadumbre, la responsabilidad de sus sentimientos me vino de lleno, pero no fue eso lo que me hizo callar.

—Estoy embarazada —soltó abruptamente y se tapó el rostro con sus manos.

Sentí la sangre bajarme hacia los pies y pude jurar que las luces se apagaron ante mis ojos. El conocimiento desamparó mi cabeza y me quedé en blanco.

Sentí caer en una inminente caída en picada.

VENUS

Estaba dando pasos en la parte delantera de la casa de un lugar a otro, con la imposibilidad de quedarme quieta por un segundo.

Lila y Vicky decidieron quedarse conmigo, por otro lado de pedí encarecidamente a los demás que se fueran.

Tenía la cabeza llena.

Logan...¿enserio tenía que ser Logan?

Dania hablaba poco de aquel hombre, empezando porque pensaba que era un chico de su edad, no uno de la edad de Aiden, aunque ya éramos adultos, no es que fuera un delito.

Sentía cómo el control se me desvanecía sin poder evitarlo.

—Dennise, tranquila. ¿Sabes? Deben estar terminando ahorita mismo —soltó Lila sin maquillar sus pensamientos.

Bufé sonoramente.

—Lila, ¿cuándo aprenderás cómo hablar? —le dijo vicky rodando los ojos.

La de pelo blanco se encogió de hombros.

—Escucha, pequeño torbellino —empezó diciendo la voz de la razón —lo que pase entre ese hombre y Dania, es cosa de ellos, lo único que puedes hacer es estar ahí para ella. Quizás no sea tan malo. Y... —suspiró —Aiden tiene que estarse tomando su tiempo, pues, fueron varios meses con ella, ¿sabes?, dale tiempo.

Me llevé los dedos a la frente, sintiendo un terrible dolor de cabeza.

—Tengo un mal presentimiento con todo esto.

—Yo también —me siguió Lila.

—Lila, ya cállate —le ordenó Vicky con dureza.

Ella estaba sentada en el césped y se levantó, resoplando.

—Yo que tú voy y veo qué está pasando —insistió.

—¡Que no! —ahí empezaban otra vez. No sabía ni cómo eran amigas, eran polos opuestos.

—Esa Abril me cae del culo. Si quieres voy yo y la agarro de esos moños postizos que tiene y...

—Lila —me reí brevemente —agradezco tu ayuda, pero, ehm, cómo te lo digo; no me estás ayudando —aclaré.

Se encogió de hombros y se miró las uñas.

—Solo daba ideas más efectivas que las de Vicky. Cero intensidad lo tuyo, ¿eh?

—No todo se resuelve a golpes y dramas —respondió la otra.

—¿Pueden parar?

—¡No me digas! ¿Tú crees que Dennise es la virgen de guadalupe o qué? ¿Te recuerdo quién se mataba a golpes con quien sea?

—Chicas...

—¿Esa no es la novia de Thiago? —preguntó dudosa, mirando hacia arriba. Seguí su mirada y efectivamente, ahí estaba ella bajando por la ventana donde dormía Thiago, mediante unas escaleras puestas ya ahí con anticipación.

—Genial, otra loca —susurró Lila con fastidio —tu casa nunca es normal.

Le dediqué una mirada llena de reproche.

En cuanto la morena bajó, se topó con nosotras mirándola extrañadas.

—No sabía que Santa Claus era mujer —solté, y pedí una explicación indirectamente.

Ella empezó a jugar con sus manos detrás de su cuerpo.

—Eh, ¿hola? —inquirió y alcé la ceja.

—Sabes, hay unas escaleras dentro de la casa. La última vez que intenté salir por esa ventana me tiraron y caí en el hospital —me recordé de la primeta vez que vi a Aiden cuando no tuve memoria de él para nada.

Ella se llevó un mechón de cabello detrás de la oreja.

Hablaba poco, apenas sí sabía su nombre. Era como un fantasma.

—Es que, no sabía si ustedes estaban en la sala y —señaló detrás a la casa —Thiago me pidió que me saliera en silencio.

Ok, eso era extraño.

—Que caballero —habló Vicky, hablando por las tres.

Isa sonrió apenas. Se le veía incómoda.

—Creo que no quería que escuchara la pelea que estaban teniendo dos personas ahí al lado.

Me quedé callada y recalculando.

—Creo que es lo mejor que ha hecho desde que ha llegado —le dio la razón Lila entre dientes.

—No iba a decir nada de lo que escuchara —refutó la pelo rizado.

—Mira, no me lo tomes a mal pero no te conozco y lo único que sé hasta ahora es que te llamas Isa, y las personas creen que eres novia del iceberg ese —dije con sinceridad.

Abrió la boca y la volvió a cerrar.

—Thiago no quiere que hable con ninguna de ustedes —pareció sincerarse también y alcé las cejas, un poco asombrada.

—Nunca espero nada de él y aún así me logra decepcionar —resoplé y miré hacia la calle vacía, y silenciosa —¿y haces todo lo que él te diga? —traté de tratarla con decencia y no hacerla sentir mal, aunque ella era como el pétalo de una rosa y eso me estresaba. No solía tratar con ese tipo de gente.

Tragó saliva y se abrazó a si misma por el frío o protegiéndose de la situación, quizás las dos.

—Supongo que hacemos cosas estúpidas cuando estamos enamoradas —su palabras fueron distantes.

Suspiré, mirándola bajo un ojo analítico.

Me quité el abrigo que había cogido de mi habitación antes de salie y se lo di.

Le dediqué una media sonrisa que apenas salió.

—Lo importante es que sepas cuando acabarás de estar para él. Todo es un proceso, entiendo el tuyo —dije en voz baja.

¿Quién no se había enamorado como un idiota, apostando todo por esa persona, para que al final fuera la misma mierda que todos decían?

Sus ojos me escudriñaron por completo, y de alguna manera, me sentí bien, pues hay cosas que me hubiera gustado que me dijeran cuando estaba tan desorientada como ella, porque lo está.

—¿Tienes amigas siquiera? —se entrometió Lila y tocí para luego mirarla de mala manera.

—Espero que encuentres lo que buscas.

"y espero que no sea un amor a medias como el que él te está sando" pensé.

Se mordió el labio y miró hacia arriba, claramente para ver si Thiago estaba allí mirando.

—Él dijo que tengo que saber defenderme, que no estamos a salvo y piensa irse.

—¿Qué? —solté abruptamente.

Este niño no puede mantenerse quieto...

Ella asintió lentamente. Dudando de si seguir.

Me quedé callada intentando analizar la situación. Todas las jodidas situaciones que me vinieron de lleno justamente cuando pensé que iría mejor. La vida me estaba dando un golpe bajo.

Suspiré, pellizcándome el puente de la nariz.

—¿Por qué me cuentas esto? —pregunté con duda. Si le era tan fiel a él...

Ella bufó.

—Ambas sabemos quién es su debilidad —sonrió con tristeza y me logró doler —él está más calmado, sé que esta vez te escuchará.

Negué lentamente.

—No puedes darlo por hecho.

—Lo conozco más de lo que todos ustedes creen —contestó al instante, con más firmeza —él hubiera escapado de todo este desastre si en mi lugar, hubieras estado tú. Siempre fuiste su acompañante en todo, ¿no?, estás a su nivel, yo nunca lo estaré, pero aún así, no pienso dejar que me eche a un lado.

Me mordí la mejilla interna.

Era demasiada información para un mismo día.

Repasé mis manos por el cabello con frustración.

—Quiere que aprenda pero no para llevarme con él, sino para cuando tenga que dejarme sola —se rio agriamente.

Las chicas y yo estábamos atentas a cada una de sus palabras, pues ella no era de hablar y que dijera todo aquello, era un milagro.

De alguna manera, me sentía responsable de ella. Si él la dejaba, no podía dejarla yo a su suerte.

Respiré hondo y asentí lentamente, pero me quedé en silencio un buen rato.

—Sé lo que estás pensando, y te voy diciendo desde ahora que esto es muy peligroso. Es mejor dejarlo ir —empezó diciendo Lila.

—Es nuestro amigo también, Lila —se quejó la otra, que era más cercana a él.

—No me meteré en esto —alzó las manos —estoy a punto de hacer mi vida en orden. Por primera vez intento hacer algo bien. No pienso tirar todo mi futuro y llevar a Bruno conmigo a todo esto —hizo un gesto con sus manos, señalando nuestro alrededor.

Asentí lentamente, dándole la razón.

—Y nunca te lo pediría —la entendí por completo. Le sonreí para darle a entender que estaba bien.

Lila se encontraba con cierta inquietud, pues, aunque sabía que estaba haciendo bien, siempre apoyaba en todo, aunque le costara muchas cosas. Nunca dudaba de poner su vida en riesgo si era por los que amaba, pero esta vez no era solo ponerse en el medio de un caos, sino, poner a su futuro esposo también, y si le pasaba algo a él, nunca se lo iba a perdonar.

Vicky asintió, apoyando su idea.

Guardé todo el aire que pude en mis pulmones.

—Thiago no se irá de aquí, dalo por hecho —le aseguré con total confianza.

A estas alturas, la vida de todos parecía dar un gran giro de lo más inestable posible, y yo sentía que debía responsabilizarme por muchas.

Mis ojos me dolieron al quemarme por dentro la sangre y aguantarme las emociones.

"Todo iba a estar bien, ¿verdad? " pensé mientras miraba la casa, sin saber qué más ocurría al otro lado, dentro de esas paredes.

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Estoy segura de que todos odiarán a Abril aún más después de este cap, hahahahaha.

Estoy intentando actualizar mucho mientras pueda. Nos leemos prontito ♡

PD: Escuchen esa hermosa canción.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora