Venus se había quedado callada en todo el rato, parecía absorta, perdida, y eso me inquietaba. Incluso sus ojos se veían tan inquietantemente vacíos, que me despertaba ese sentimiento de protección hacia ella, de no querer dejarla sola ni un solo segundo y levantarla cuando se estaba hundiendo.
Se había quedado arropada en la cama luego de todo el dolor que tuvo que aguantar y yo me quedé a su lado.
Todo estaba tan callado, que era extraño. No se escuchaba ni a Esteban, que era el que normalmente llegaba para ver cómo iba Dennise.
Salí solo un momento, aún en contra de mi mismo, por querer seguir agarrando su mano, antes de que se vaya del todo de mí.
Suspiré, mirándola una vez más. Se veía tan calmada así, con la boquita un poco abierta, y un aire de tranquilidad rodeándola, muy impropio de ella.
¿Cómo se podía ver tan hermosa incluso así de dolida?
La miré por otros segundos más, hasta que me di de lleno con la idea de que tenía que encontrar a los demás, decirle que se había quedado dormida, pero que estaba bien.
Caminé sin recordar bien el camino a la salida de la casa de Lila.
Había una puerta cerrada, que hasta donde recordaba, estaba vacía, pero la puerta estaba medio abierta y escuchaba quejidos.
Miré con duda y confusión, aunque luego pensé que podría ser Thiago, pero no...
Había un chico de cabellera negra en la cama. Era joven, pero al alzar la mirada, algo en sus ojos desprendía cierto conocimiento y astucia. No me importó en si que estuviera herido, sino, el por qué estaba allí en la casa de Lila. Era mucho pedir que nada estuviera relacionado con Dennise, al parecer.
—¿Y tú quien eres? —pregunté por impulso. Iba a calmarme un poco al recordar del otro chico que Dennise me había comentado, pero por alguna razón, no me dio buena vibra y no quise sonar tan servicial como con otra persona seria o en otro momento.
Me miró con el ceño fruncido y ladeó el rostro. Me analizó por completo, de arriba hacia abajo, tras un ojo investigador. Me pareció ser estudiado sin disimulo alguno.
—Nicolas —respondió con voz ronca, como si fuera obvio.
Asentí lentamente, sin quitarle la mirada de encima.
—Nicolas —probé su nombre con suma lentitud y cautela.
Alzó el mentón en un gesto arrogante que no me gustó para nada. Me arreglé el traje y descansé en el umbral, viéndolo con seriedad.
—¿Quién eres tú? —preguntó de vuelta, sin quitarme el ojo de encima. Estaba haciendome un análisis, igual que lo hacía yo con él.
Apreté los puños sin pretenderlo.
El aire estaba tenso.
¿Qué quién era? Si conocía a Dennise, me tenía que conocer a mí.
Dije algo imprudente, aunque no me arrepentí.
—Soy el que proteje a Dennise —solté con una sonrisita pequeña y cargada de ironía.
Lo vi sentarse más recto y esbozar una risa en el mismo tono mio. Y esa mirada... cómo se atrevía a mirarme por encima del hombro.
—Quiero ver a Dennise —exigió con un tonito que no me gustó para nada. A mí nadie me ordenaba.
Carraspeé y me adentré al espacio lentamente.
—A ver... —me crucé de brazos —Dennise no está en condición de hablar con nadie ahora mismo —intenté controlarme y bajar un poco mi tono de voz para que no pensara algo que no era.
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Entre caos y reglas
RomanceSEGUNDO LIBRO DE LA DUOLOGÍA "NUESTRO PEQUEÑO ACCIDENTE" Una chica con vagas esperanzas de salir de la cárcel, se vuelve a encontrar con un viejo amor. Aquel hombre entrajeado volverá a su vida de la misma manera en la que siempre lo había hecho: de...