Capítulo 17 (Con quien complicarse la vida)

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Mi madre había estado tan preocupada y en cierta parte molesta por ver cómo estaba; y eso, que para como estaba antes, yo parecía una princesa en comparación. Me atestó con miles de preguntas que por obligación tuve que responder. Cuando por fin me dejó sola en mi cuarto para ir a ver a Thiago, sin entender bien qué había pasado, la escuché resabiando entre murmullos. Alguien la había llamado al celular y solo pude escuchar cuando dijo "esa muchacha del diablo..." y no pude evitar soltar una risa. Madre Dominicana al fin.

Aiden estaba con Bruno haciendo la comida, sorpresivamente. Dijeron que querían ayudar a mi madre en lo que pudieran ya que todos estábamos ahí. Hombres, macho, alpha, pecho peludos.

Bruno me había puesto Lady bug y ahí estaba yo, como una nena pequeña. Con sábanas encima y un té de jengibre en las manos.

Las heridas ya no eran tan notorias, y podía moverme sin problema lo más seguro por los calmantes que ingerí. Aiden había estado atento a mí a cada segundo, igual que todos, pero él no se apartaba.

Me encogí en mi lugar cuando escuché a los dos hombres subir las escaleras y reirse de alguna cosa estúpida o extraña del más parlanchin.

—¿Te imaginas que le hubiera dicho eso? No quieres ni imaginarte la cara de ella cuando nos encontró en la oficina —logré escuchar.

Entraron a mi habitación y los ignoré, atenta a que por fin Cat Noir se iba a dar un beso con Lady Bug. Tanta belleza y tan bruto para entender quién era ella.

Bruno y Aiden seguían llevando sus trajes bien planchados, y sus aromas me vinieron de lleno, haciendo que arrugara la nariz de tan fuerte que era el olor.

El primero llegó hacia mi cara, acostándose de lo más cómodo, mirando las caricaturas.

—Yo ya me hubiera cogido a Lady bug —comentó.

—Yo también —respondí. La verdad la chica estaba muy buena.

—¿Enserio están hablando de unos muñequitos como si fueran reales?—Aiden seguía parado, con las manos en los bolsillos.

Los dos lo miramos con mala cara. ¿Cómo se atrevía a decir que no eran reales?

—No quiero que me contagies tu aburrimiento, lárgate, lárgate —le dijo con un gesto fastidiado y ahí llegó Lila.

—Amor —su tono fue demandante y con un destello de molestia.

Bruno la observó sin entender por qué le había hablado así y le preguntó qué le había pasado.

—Te dije que hoy teniamos que ir a ver los arreglos para la boda, no podemos faltar —se cruzó de brazos, dándole golpecitos al suelo.

Aiden y yo nos miramos y evitamos soltar una risa.

Quién diría ver a esos dos a estas alturas, planeando su boda.

El hombre se levantó con pesadez.

—Les pago para que hagan todo, yo no sé qué más quieren de mí. ¡No sé de decoración! —dijo haciendo gestos con los manos, de forma enredada.

Me mordí el labio.

—Yo no soy la única que se va a casar, tienes que estar pendiente también, idiota —se molestó aún más y se fue, con Bruno besando el suelo por donde pisaba.

Escuché a Aiden suspirar pesadamente.

—A veces me dan ganas de no casarme —por alguna razón, sus palabras quedaron en el aire creando un tipo de pesadez.

¿Y con quién se pensaba casar?

Carraspeé incómoda, evitando tener que dar mi no humilde opinión al respecto.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora