capítulo 59 (Plan B)

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VENUS

El lugar donde nos quedábamos era callado, solitario. Habíamos llegado poco a poco para no alterar el orden público, que nadie nos mirara dos veces. Había llegado cansada, cansada mental y físicamente.

Había escogido una habitación para dos, pero la verdad era que ahí pensábamos dormir como cuatro personas. Varias habitaciones incluso eran pagadas y permanecerían vacías.

Yo estaba en una habitación, jugando con mis manos, dispersa entre la realidad. Estaba ahí, pero no estaba. Mi cabeza no dejaba de presentar distintos escenarios, tantas posibilidades... quería acabar con esto, quería volver a casa y saber que ese hombre iba a pudrirce en la cárcel, que iba a pagar por lo que hizo, incluso indirectamente a Dania. Muchas veces la había visto con la mirada perdida y sin siquiera darse cuenta, se acariciaba el estómago, como un susurro lejano de algo que ahora carecía. Le seguía doliendo hasta el cruel pensamiento de saber que no pudo tenerlo, no lo pudo ver, esa oportunidad se la arrebataron.

Nicolas había entrado a aquella habitación, sentando al lado mio, un poco alejado, con una cerveza sobre la mesa. Yo no había tomado nada, absolutamente nada, y tampoco lo quería.

Nicolas me había estado hablando, pero no pude escucharlo. Solo asentí como si acaso le entendiera.

Un momento de silencio fue todo antes de que se impacientara al verme ida.

—¿Qué pasó con Aiden —una molestia teñía su voz, aunque tratara de disfrazarla.

No estaba para esto...

—No es tu problema.

—¿No es mi problema? —inquirió con evidente molestia.

Nicolas arrastró mi silla, tomándome desprevenida, deslizándome hasta juntar la de él con la mía. Su manos quedaban justamente al lado se mis muslos, rozándolos.

—Todo lo que tenga que ver contigo es mi puto problema.

Callé, callé porque no tenía qué responder a eso.

La frustración se hizo notar en cada respiración que daba cerca de mí.

—No me hagas tener que pedirte las cosas, mi paciencia tiene límites, Reina.

Ladeé el rostro.

—¿Y qué me quieres pedir?

Sus ojos deambularon entre los míos, buscando respuestas.

—Yo no pienso pedirte nada —sentenció con más dureza—. Si no te nace hacer las cosas, no tengo por qué exigirlas.

Tuve un nudo en la garganta, apretando con fuerza. Mi voz me falló.

Nicolas ignoró mis ojos de pronto, maldiciendo en voz baja y se levantó como si estar cerca de mí, le quemara.

Antes de decidir irse, paró y no dijo nada. Se pensó tanto el soltar lo que tenía en la punta de la lengua...

—Te hubiera esperado por mucho tiempo, y aún así no hubiera sido suficiente, ¿verdad?

Respiré hondo.

Me levanté con paciencia.

No era justo que él sacara a relucir este tema, no ahora, y él lo sabía.

Caminé hasta quedar a centímetros de su cuerpo. Podía mezclar su respiración con la mía.

Antes de responderle, añadió con más frivolidad

—Podía haber llegado con tiempo de sobra, esperar por ti un poco más, y aún así, tú me hubieras esperado un poco menos.

Mi semblante tambaleó. Yo no quería herirle, no era mi fuerte ver a personas que quería estar lastimadas sabiendo que yo era la causante y quedarme como si nada.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora