Capítulo 35 (Prometo coincidir)

565 74 13
                                    


Cuando Nicolas dijo que se encargaría de mí, no pensé que realmente tuviera en mente llevarme a otro lugar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando Nicolas dijo que se encargaría de mí, no pensé que realmente tuviera en mente llevarme a otro lugar. No fuimos a mi casa, no. Llegamos a un terreno amplio y cerrado -no me pregunten dónde - todo estaba sumido en un silencio sepulcrar y apenas sí había luz de luna. Todo estaba opacado por la oscuridad, y nosotros nos sumimos en ella.

El alcohol seguía en mi sistema, aunque me sentía mejor después de todo.

-¿Dónde estamos? -mi lengua se sentía adormecida, pero logré soltar las palabras con más claridad.

-Imagínate que eres Alicia en el país de las maravillas -expresó con diversión y fruncí ligeramente el ceño.

-Hace calor -comenté e intenté visualizar algo en medio de la negrura. Pude hacerlo, sin embargo, pero no creí que fuera lo que pensaba.

Mientras estaba sumida entre mis pensamientos, intentando adivinar qué lugar era, me giré a ver a Nicolas, y aunque apenas podía distinguirlo, podría jurar notar cómo se desvestía frente a mí.

No dije nada, me quedé callada hasta permitirle hacer lo que estaba haciendo completamente.

-¿Por qué mejor no te desvistes cuando sí te pueda ver? -pregunté en medio de una risa juguetona.

Maldito alcohol.

Se quitó los zapatos, pero se detuvo ahí, no se deshizo de otra prenda.

Barrió su pelo negro y largo con las manos, como si quisiera organizarlos, aunque claramenre, eso era imposible.

Se acercó a mí con sigilo, desde atrás y me erguí levemente. Ladeé el rostro tan solo un poco. Sentí su respiración chocar contra mi piel. Sus manos se ajustaron a lo largo de mi cadera y sin previo aviso, fue bajándolas hasta el inicio del vestido.

Contuve el aliento por unos instantes, pero luego, no pude evitar reirme por lo bajo.

Nos ladeábamos sutilmente de un lado a otro, aún con él pegado a mi espalda.

-¿Además de desvestirme qué idea tienes en la cabeza?

-Solo esa -respondió con la voz profunda.

-Sí sabes que eso no pasará, ¿verdad? -a pesar de ser clara, recordándole una vez más que no buscaba nada con nadie, sentí un leve cosquilleo en mi vientre, delatando las ganas de hacer todo lo contrario.

Su sonrisa calmada resonó por mis oidos de una manera electrizante, magnética.

-¿Crees que nunca te lograré quitar tus prendas? Me subestimas bastante, reina.

Descansé mi cabeza en su hombro, quedando con los ojos fijos en el techo. Respiré hondo, armándome de la fuerza de voluntad que me quedaba.

-No me importa eso. Puedes ser todo lo convincente que quieras, pero nunca llegaremos a tal punto.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora