AIDEN
—Amor, ya llegué —escuché la voz de Abril, seguido del sonido de la puerta al cerrarse y sus llaves.
Me cambié con rapidez para ir a verla y cuando lo hice, la recorrí por completo.
Se veía hermosa.
Solté una media sonrisa, embobado y ella lo captó, devolviéndome el gesto.
Me fui acercando lentamente sin quitar mis ojos de ese hermoso vestido que se le ceñía al cuerpo.
—Estás... —me quedé sin palabra alguna. Su sonrisa se amplió, pero había cierta timidez, invadiéndola.
—Creí que —sí, estaba nerviosa —que te gustaría —su pelo lucía más brilloso de lo normal y lo palpé con mis dedos. Podría decir que su aura era lo que más resaltaba. Se le veía feliz.
Fruncí ligeramente el ceño.
—¿Todo bien? —me preocupé.
Ella asintió efusivamente.
—Fue bueno ver a mi familia —fue lo único que se atrevió a decir y decidí no invadir más en ese tema ya que sus padres que yo recuerde, no eran exactamente una buena compañía para mí.
—Eso veo —sonreí a medias y no me contuve. La acerqué a mí y la besé con delicadeza. Sentía su sonrisa en medio del beso y me alejé un poco para ver su rostro.
—Me gusta verte así —acaricié su mejilla y ella descansó su rostro en mi mano.
Suspiró.
En ese momento noté su perfume, lo olí con deleite y ladeé el rostro.
—Ya veo que cambiaste de perfume —ella sabía que era observador, nada se me escapaba.
Si era sincero, la había extrañado. Había pasado un fin de semana de lo más horrible, ahogándome en el pasado. Cuando veía a Abril, veía mi presente y me traía a la tierra, me mantenía cuerdo.
—Ya te vas a trabajar —dijo con un destello de tristeza que quiso disfrazar.
—Hmm —me senté, llevándola conmigo, haciendo que se sentara en mis piernas y pudiera acorralar su cintura en mis manos —puedo tomarme el día.
Una hermosa sonrisa se plasmó en su rostro y sentí que estaba haciendo lo correcto. Prestarle suma atención a mi novia, demostrarle mis sentimientos... Abril se merecía mucho, y bien me había abrumado con tanta inseguridad de un momento a otro, pues yo fui en primer lugar el que la hizo sentir así. O eso pensaba. Por más que cuando llegamos le quise dejar entendido por completo que no tenía otras intenciones, ella insistió en que le estaba mintiendo, pero qué novio sería si no intentara arreglar nuestros problemas.
Pusé un mechón de su cabello rubio detrás de su oreja y me acerqué a su cuello, aspirando su nuevo aroma.
—Me gusta —ronroneé y sentí cómo se relajó.
—¿Estás seguro de que puedes pasar del trabajo hoy? —Abril no toma muy enserio eso de sacrificar mucho por el trabajo, pero entendía que ella sabía lo importante que era para mí y trataba al mismo tiempo de ayudarme.
Asentí sin más y la miré a esos ojos brillantes que desbordaban felicidad, contagiándomela.
—Quiero prestarle atención a lo más importante que tengo ahora mismo —susurré y volví a besarla.
Hoy tenía ganas de estar con ella.
Y le iba a demostrar cuánto la había extrañado.
Sin pensarlo dos veces me guió hasta acostarme en el sofá, y agradecía que fuera amplio.
ESTÁS LEYENDO
Entre caos y reglas
RomanceSEGUNDO LIBRO DE LA DUOLOGÍA "NUESTRO PEQUEÑO ACCIDENTE" Una chica con vagas esperanzas de salir de la cárcel, se vuelve a encontrar con un viejo amor. Aquel hombre entrajeado volverá a su vida de la misma manera en la que siempre lo había hecho: de...