Capítulo 34 (Qué parte de ella amar)

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Dania vomitaba en el retrete más próximo al mío, mientras yo, del otro lado, expulsaba todo de igual manera.

Nicolas sostenía mi cabello enredado en su mano, y en ese momento, no me pudo importar menos qué tan asquerosa estaba.

La loca que tenía por amiga andaba cantando en medio del desastre que éramos, dando más pena, y aún así, cada vez que podíamos, nos empezábamos a reir como si fuera la cosa más graciosa del mundo.

Nos habíamos propuesto bailar y alcolizarnos hasta no poder más; bueno, eso estaba dado por hecho.

Cogí aire, como si me estuviera ahogando.

Cuando expulsé todo lo que mi cuerpo pudo, me senté a un lado, sintiendo mis piernas flaquear.

-Oh, no, reina. No te tirarás en este sucio suelo, vamos, párate -cuando dice "párate" es un "ven, y ayúdame a pararte, pendeja".

Me subió hasta cargarme y llevarme al largo lavamanos que estaba en una pared entera de extremo a extremo.

Todo era negro con blanco, demasiado decorado para mi gusto.

-Creo que nunca me sentí mejor en mi puta vida, tio -exclamó Dania, todavía metida en el baño.

Nicolas había cerrado la puerta con seguro para permitirnos privacidad.

-Yo no estaría tan seguro -escuché a Enmanuel decirle con preocupación, acariciándole la espalda para calmarla.

Sentía espasmos por cada extremo de mi cuerpo.

Como el caballeroso que era, Nicolas me tiró agua en la cara y solté un grito que se tuvo que escuchar en todo el jodido lugar.

-Maldito infeliz -susurré.

-¿Te sientes mejor? -se cruzó de brazos, acercándose más a mí.

Le dediqué una mirada llena de reproche.

Si bien el alcohol hacía ver todo más lindo de la cuenta, estaba segura que sin él, Nicolas seguiría pareciéndome un tipo de novela. Sus facciones definidas me estaban atrayendo de manera irracional.

Sus brazos se acentuaban más en aquella posición, y su mirada, ¡oh, su mirada! Te hacía temblar de una manera deliciosa.

Si eso era no más con un simple gesto, no quisiera saber lo que...

Me volvió a tirar agua en la cara, cortándome los pensamientos.

Empecé a toser pausadamente, pero no tuve fuerzas para pelearme con él. Ni siquiera podía mantenerme derecha.

Nicolas cogió mi rostro entre sus manos y me analizó detenidamente, en silencio.

-Creo que dormiré aquí hoy -se le escuchó decir a Dania y me reí.

Enmanuel parecía intentar echarle aire, aunque fuera un poco.

-¿Cuántos tragos bebiste? -me preguntó el badboy frente a mí.

Debía oler horrible.

Negué tontamente y noté cuando resopló.

-Ven... -abrió el grifo y juntó sus manos para recoger el agua y llevármela a la boca -abre, no te la tragues.

-¿Por qué?

-Porque te vas a morir, entonces -sostuvo con naturalidad.

Me encogí de hombros, restándole importancia.

-Me muero feliz -sonreí abiertamente.

Nicolás parecía buscar alguna respuesta en mis ojos, y dudaba que en este momento la encontrara.

Entre caos y reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora