Capítulo 123

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Ella era él

-Sí, -murmuró la voz-. SSSi.... creo que te quedarasss-

Harriet escucho el siseo de la otra cabeza, pero no se detuvo en eso, lanzó un sectumsempra en el reptil que lo esquivo a penas. Draco estaba tendido en el suelo murmurando y sudando. 

-¡Confringo! -y su hechizo voló por la habitación, haciendo explotar el espejo del armario y rebotando hacia ellos, saltando del suelo al techo. Harriet sintió un ardor en la parte de atrás de la cabeza. El cristal le cortó el cuello mientras arrastraba a Draco, Neville lanzó otra maldición que la serpiente esquivo golpeándolo con su cola en el estómago. 

Un hechizo de Harriet conecto con el costado de la serpiente y escucho un grito ...

Y su grito fue el grito de Harriet, su dolor fue el dolor de Harriet... lo que podría haber pasado aquí, donde había ocurrido antes... aquí a la vista de esa casa donde había estado tan cerca de saber lo que era morir... morir... El dolor era tan terrible... desgarraba su cuerpo... Pero si no tenía ningún cuerpo, por qué la cabeza le dolía tanto; si estaba muerto, cómo podía sentir algo tan insoportable, no podía, cesaría con la muerte, no podría seguir...

La noche era húmeda y ventosa, dos niños disfrazados de calabazas caminaban bamboleándose a través de la plaza, y los escaparates estaban cubiertos de arañas de papel, todos adornos muggle de mal gusto de un mundo en el cual no creían... Y él se deslizaba hacia delante, con esa sensación de resolución y poder y corrección que siempre sentía en estas ocasiones... no furia... que era para almas más débiles que las de él... sino triunfo, aunque... había anhelado esto, lo había esperado...,

- ¡Bonito disfraz, señor!-

Vio la sonrisa del pequeño niño vacilar cuando se acercó lo suficiente como para ver bajo la capucha de la capa, vio el miedo nublar su cara pintada: Entonces el niño se giró y huyó... Bajo la túnica sostenía el mango de su varita... Un movimiento simple y el niño nunca alcanzaría a su madre... pero era innecesario, realmente innecesario...

Y recorrió una calle nueva y más oscura, y ahora su destino estaba a la vista a fin de cuentas, el Encantamiento Fidelius roto, aunque ellos no lo supieran aún... E hizo menos ruido que las hojas muertas, reptando sobre el pavimento hasta llegar al nivel del oscuro seto y miraba por encima de él.

No habían corrido las cortinas, los veía muy cariñosos en su pequeño salón, el hombre alto de pelo negro con sus gafas, haciendo que ráfagas de humo de colores salieran de su varita para diversión de la pequeña de pelo negro en su pijama azul. La criatura se reía y trataba de coger el humo, agarrándolo en su pequeño puño.

Una puerta se abrió y la madre entró, pronunciando palabras que él no podía oír, su largo pelo rojo oscuro le caía sobre la cara. Ahora el padre cogía en brazos a la niña, y se lo entregaba a la madre. Arrojó su varita al sofá y se desperezó, bostezando.

La verja rechinó un poco cuando la abrió, pero James Potter no lo oyó. Su mano blanca aferró la varita bajo su capa y apuntó a la puerta, la cual se abrió de golpe.

Estaba en el umbral cuando James llegó corriendo al vestíbulo. Fue fácil, demasiado fácil, ni siquiera había recogido su varita.

-¡Lily, coge a Harriet y vete! ¡Es él! ¡Vete! ¡Huye! ¡Le retendré!-

¡Retenerle, sin una varita en la mano! ... Se rió antes de lanzar la maldición.

-¡Avada Kedavra!-

La luz verde llenó el estrecho vestíbulo, dibujando la silueta del cochecito de niño contra la pared, hizo que los pasamanos brillarán intensamente igual que relámpagos, y James Potter cayó como una marioneta cuyas cuerdas hubieran sido cortadas.

Harry Is HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora