Capítulo 116

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El último engaño: la jugada final. (II)

Harriet no supo cuánto tiempo estuvo sobre la madera polvorosa sosteniendo la pequeña caja y siendo la guardiana silenciosa de un Draco no muerto.

Solo supo que varios gritos sonaron desde a bajo de la torre y las estrellas fueron iluminadas por miles de lumos.

La sal en sus mejillas eran el rastro de las lágrimas que derramó, la oscuridad lo cubrió todo y fue entonces que la encontraron. El señor Lupin fue el primero en acercarse, lanzándole una mirada a Draco para después abrazar a Harriet, quien se aferró al hombre encontrando los ojos azules de Neville quien la veía con preocupación.

El coven estaba detrás custodiando la entrada y viéndose listas para atacar.

No fue consciente de cómo bajo las escaleras de la torre, lo único que supo fue que era sostenida por Neville.

Cuando llegaron al rellano del pasillo que conducía a la torre Harriet se detuvo, entonces fue ella quien condujo, llevando a su prometido por los pasillos sin detenerse a ver su alrededor. En un momento estaban frente a las habitaciones de sus padres y en el siguiente, Harriet buscaba el pensadero qué sabía estaba guardado en el laboratorio privado de su padre.

Sólo dudo un segundo en abrir la pequeña caja encontrando dos ampolletas, vacío el contenido  de la primera que estaba rotulada con la letra de su padre.

-espera aquí, esto es sólo para mí- dijo la chica.

Neville parecía querer protestar pero algo en la mirada de Harriet lo detuvo y se limito a asentir mientras se sentaba en un banco cercano.

La joven bruja entró entonces en los recuerdos sintiendo la ya reconocibles sensación de mareo antes de caer sobre la grava suelta de un parque viejo.

Había un par de columpios adelante, sólo uno de ellos servía, en el arbusto junto a el juego un pequeño niño de aspecto descuidado con ropas demasiado pequeñas  para ser suyas y cabello largo graso color negro espiaba a las dos niñas que jugaban.

Ella supo quién era él y también supo quienes eran las niñas que jugaban más adelante.

La más pequeña de cabellos rojos como una llama, se columpiaba cada vez más alto mientras que la mayor de cabello rubio y de aspecto más pellizcado le decía una y otra vez que dejará de hacerlo, por supuesto la niña pelirroja no hizo caso y en algún momento se dejó caer soltándose del columpio.

Harriet pudo ver cómo la niña caía lentamente sobre sus pies. La niña rubia comenzó a reñirla pero la pelirroja solo la ignoro, entonces se dieron cuenta de la presencia del niño que espiaba detrás del arbusto.

-Se quien eres, tú eres el hijo de los Snape, viven al final de la hilandera- dijo la rubia con arrogancia.

El par de niñas se fueron dejando al niño desolado.

Entonces el recuerdo se desdibujo, pasando por varias escenas donde su padre y Lily Evans interactuando como amigos,  Harriet pudo ver cómo cambiaba su relación paulatinamente hasta el día en que todo terminó.

Ver de nuevo ese recuerdo fue doloroso para ella, sobre todo cuando fue testigo de como su padre fue abandonado por quién decía ser su mejor amiga en medio del pasillo.

El corredor se disolvió, y la escena se demoró un poco más en rehacerse:
Harriet sintió que volaba a través de figuras y colores cambiantes hasta que todo a su alrededor se solidificó otra vez y se paró en la cima de una colina, triste y fría en la oscuridad, con el viento soplando a través de las ramas de unos cuantos árboles sin hojas.

Harry Is HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora