Capítulo 127

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El dragón

Ahora era un esfuerzo enorme bloquear las visiones que se le imponían, pero sabía que debería resistir solamente un poco más. Se rendiría muy pronto, solo debía obtener la copa.

La casa de campo de Bill y Fleur se asentaba sola en una roca dando al mar, sus paredes incrustadas con conchas y cal. Era un solitario y hermoso lugar. En cualquier sitio al que Harriet fuera dentro de la pequeña casa o de su jardín, podía oír el constante ir y venir del mar, como la respiración de alguna gran criatura dormida, la chica se encontró pensando en que extrañaría esto. Esa mañana el Sr. Ollivander le había enviado una nueva varita a Luna. En ese momento ella estaba afuera en el jardín trasero, probando sus capacidades bajo el sol del atardecer.

-Aparecerán dentro de la bóveda, pero si la alarma se activa.- Billy compuso una mueca.- Cosa que pasara, las salas anti aparición se activaran, así que tienen cinco minutos, solo cinco minutos o quedaran atrapados en ese lugar.-

Billy sacó dos especies de sonajero y se los entro a Neville.

-Esto los sacara de ahí, la puerta solo se abre por fuera por un duende, pero los rompedores de maldiciones pueden hacerlo con una combinación de runas que deben ser grabadas con sangre en la base.-

Draco tomo el athame con una mirada recelosa.

-Tú tienes sangre Black, así que será más efectivo.- dijo Billy – Ya los ensañamos, así que Neville distraerá al dragón, Draco colocaras las runas, los duendes tardaran diez minutos en llegar, por lo que al salir, Harriet debes desaparecer rápidamente.-

-Gracias, Billy.-dijo Harriet ajustando las correas de su mochila.

-La copa tiene encantamientos, se duplicara y se calentara, no lo tomes con las manos.- dijo Billy.- Usaran los guantes de piel de dragón y no toques nada más.-

Neville guardo sus sonajas dentro de su abrigo y Draco hizo lo mismo con el cuchillo. Ambos rubios se colocaron la capa encima y lanzaron hechizos sobre de ellos para que el olfato del dragón no los detectara. 

-Kreacher, llevarlos afuera de la bodega de Bellatrix Lestrange -ordenó Harriet concentrada.

-Harriet, ¿estas segura?.- cuestiono Billy.

-Sí, tranquilo.- 

 La punzada en su cicatriz regreso, pero lo ignoro. Kreacher regreso y Harriet sonrió hacía Billy antes de desaparecer en un remolino. La bóveda era oscura y Harriet alzó su varita con un lumus.

La luz de la varita de Harriet pasó por las armaduras y cascos hechos por gnomos puestos en estantes que llegaban hasta el techo; más y más alto levanto la luz, hasta que repentinamente encontró un objeto que hizo su corazón saltar y su mano temblar.

-Ahí estas.- susurró Harriet. Colocando su varita en la boca y sacando sus guantes para poder agarrar la copa.-Eres...- el timbre de su alarma de reloj sonó y el ardor de la cicatriz quemo.

Y ahora todo era frío y oscuro: El sol era apenas visible sobre el horizonte mientras planeaba sobre Snape, atravesando los jardines por encima hacia el lago.

-Me reuniré en el castillo contigo en breve -dijo en voz alta y fría-. Déjame ahora.

Snape se inclinó respetuosamente y rehízo el camino de regreso, la capa negra ondulando detrás de él.

Caminaba lentamente, esperando que la figura de Snape desapareciera. No lo haría por Snape, ni por nadie más, ver a dónde iba. Pero no había luces en las ventanas del castillo, y se podía ocultar... y en un segundo se había lanzado sobre sí mismo un Encantamiento Desilusionador que lo ocultaba incluso de sus propios ojos.

Harry Is HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora