Capítulo 70

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No me subestimes

Tom aparto los ojos de Harriet. El ser, examino su cuerpo, desde sus largas y pálidas manos hasta su rostro. Después saco su varita de uno de los bolsillos de su túnica y la acaricio, para después usarla en Colagusano quien termino estrellado en la lápida donde Harriet estaba atada.

Colagusano sollozo mientras apretaba su brazo sangrante.

-Dame tu mano, Colagusano.- ordeno Tom con su voz iría.

-Oh, señor, gracias.- dijo el patético hombre alzando su brazo izquierdo.

-Ese no, imbécil- escupió Tom con burla posándose sobre Colagusano y agarrando el brazo izquierdo de este.

Tom destapo el antebrazo de Colagusano mostrando la Marca que había retornado con claridad. Harriet se tensó cuando el hombre presiono el dedo en ella y su cicatriz ardió de nuevo.

Con expresión de cruel satisfacción, Tom se irguió, echó atrás la cabeza y contempló el oscuro cementerio.

-Al notarlo, ¿cuántos tendrán el valor de regresar? -susurró, fijando en las estrellas sus brillantes ojos rojos—. ¿Y cuántos serán lo bastante locos para no hacerlo?-

Comenzó a pasear de un lado a otro ante Harriet y Colagusano, barriendo el cementerio con los ojos sin cesar. Después de un minuto volvió a mirar a Harriet, y una cruel sonrisa torció su rostro de serpiente.

—Estás sobre los restos de mi difunto padre, Harriet —dijo con un suave siseo—. Era muggle y además idiota... como tu querida madre. Pero los dos han tenido su utilidad, ¿no? Tu madre murió para defenderte cuando eras niña... A mi padre lo maté yo, y ya ves lo útil que me ha sido después de muerto.-

Tom volvió a reírse. Seguía paseando, observándolo todo mientras andaba, en tanto la serpiente de dos cabezas describía círculos en la hierba.

-¿Ves la casa de la colina, Potter? En ella vivió mi padre. Mi madre, una bruja que vivía en la aldea, se enamoró de él. Pero mi padre la abandonó cuando supo lo que era ella: no le gustaba la magia.
»La abandonó y se marchó con sus padres muggles antes incluso de que yo naciera, Potter, y ella murió dándome a luz, así que me crie en un orfanato muggle... pero juré encontrarlo... Me vengué de él, de este loco que me dio su nombre, Tom Ryddle.

Siguió paseando, dirigiendo sus rojos ojos de una tumba a otra.

—Lo que son las cosas: yo reviviendo mi historia familiar... —dijo en voz baja—. Vaya, me estoy volviendo sentimental... ¡Pero mira, Harriet! Ahí vuelve mi verdadera familia...-

El aire se llenó del ruido de capas. Uno a uno, magos aparecieron vestidos con túnicas y máscaras, caminaron hasta Tom con cautela, como si no creyeran lo que veían. Harriet se preparó, sabía lo que seguía y no caria sin pelear, mataría a uno de ellos, esperaba poder matar a Colagusano.

Los Mortífagos cayeron a los pies de su amo besando sus túnicas y adorándolo, para después formar un circulo con huecos entre ellos, dejando a Harriet, Colagusano y al mismo Tom en el centro.

Tom se concentró en sus Mortífagos, torturando a uno de ellos y llamando a cada uno, los nombres se guardaron en la mente de Harriet y no se sorprendió por ellos. Entonces Tom creo una mano de plata para Colagusano, quien le lanzo una sonrisa lasciva a Harriet.

Llegó ante el hueco más grande de todos, y se quedó mirándolo con sus rojos ojos, inexpresivos, como si pudiera ver a los que faltaban.

-Y aquí tenemos a seis Mortífagos desaparecidos... tres de ellos muertos en mi servicio. Otro, demasiado cobarde para venir, lo pagará. Otro que creo que me ha dejado para siempre... ha de morir, por supuesto. Y otro que sigue siendo mi vasallo más fiel, y que ya se ha reincorporado a mi servicio.-

Harry Is HarrietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora