1 de septiembre de 1991
Colegio Hogwarts de magia y hechicería.
Gran comedor
El comedor volvió a caer en un silencio sepulcral y Harry podría jurar que si caminaba mal pisaría la mandíbula de alguien que tenía la boca abierta.
Con un ligero suspiro, caminó de forma tranquila hacia la mesa de su casa, sin despegar la mirada de su libro, bajo la atenta mirada del alumnado y profesorado.
Apenas a la mitad de su camino escucho como toda la mesa de slytherin estallaba en vítores y aplausos al tener al considerado pronto mejor mago de la historia entre sus filas; el gran Harry Potter, Harry ignoró los aplausos y cuchicheos de slytherin y las demás casas sentándose al lado de Hermione y Draco, aliviando en gran medida las preocupaciones de la joven bruja, a la par que atrayendo las miradas de todos los alumnos, miradas que se desviaron una vez que la profesora habló en voz alta para continuar con la selección acallando los gritos de:
- ¡Tenemos a Potter! - de la casa de la ambición y la astucia cuyos valores de neutralidad se fueron al traste por la emoción del momento.
La selección siguió su curso seleccionando a gente sin verdadera importancia o interés por parte de Harry hasta que finalmente luego de pocos minutos por ser selecciones bastante rápidas a comparación de las de el y Hermione que duraron seis y siete minutos respectivamente y una vez finalizada una voz acalló a todo el colegio una vez que la profesora McGonagall se llevó el sombrero del taburete.
La voz del director de Hogwarts.
El director del colegio era alto, delgado y muy anciano, a juzgar por su pelo y barba plateados, tan largos que podría sujetarlos con el cinturón. Llevaba una túnica larga, una capa color púrpura que barría el suelo y botas con tacón alto y hebillas. Sus ojos azules eran claros, brillantes y centelleaban detrás de unas gafas de cristales de media luna. Tenía una nariz muy larga y torcida, como si se la hubiera fracturado alguna vez. El nombre de aquel hombre era Albus Dumbledore.
Albus Dumbledore se había puesto de pie. Miraba con expresión radiante a los alumnos, con los brazos muy abiertos, como si nada pudiera gustarle más que verlos allí.
- ¡Bienvenidos! - dijo con una voz alegre el director. - ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero deciros unas pocas palabras. Y aquí están, ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!... ¡Muchas gracias! - Se volvió a sentar. Todos aplaudieron y vitorearon. Harry no sabía si reír o llorar ante el sentido del humor del considerado mago más grande.
Harry volteó a ver de nueva cuenta al director cuando este con un movimiento de su varita hizo aparecer todo un banquete en cada mesa del colegio.
Todos los alumnos empezaron a comer algunos de manera tranquila y otros realmente apresurada, Harry se dirigió a Hermione mientras cortaba unas patatas.
- veo que finalmente quedaste en slytherin – habló con una sonrisa el joven mago hacia la bruja que seguía algo nerviosa por las miradas de desdén de varios alumnos mayores de la casa.
- puedes estar nerviosa en este momento y no te culpo debido a las miradas que recibes de los idiotas aquí presentes, pero no dudes en que te puedes relacionar con mejores personas dentro de la casa, no lo olvides slytherin lleva a sus representantes a la grandeza –
Antes de que Hermione o Harry pudieran seguir con la conversación el director volvió a pararse de su asiento para hablar.
- Ejem... sólo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros para el comienzo del año. -
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Harry Potter: La luz que muere
FanfictionAlbus Percival Wulfric Brian Dumbledore era capaz de prever sucesos muy próximos o futuros, pero su mentalidad provocaba que se creyera incapaz de equivocarse, y que cuando lo supiera lo negara, en sus falsas esperanzas de ver lo mejor de los demás...